lunes, 21 de abril de 2008

Misión: Educar y no fallar en el intento (I y II)


Las misiones educativas bolivarianas, entre bemoles, continúan enrumbadas como proyecto bandera de la política oficialista, ante la crítica invariable de la opinión pública

En 2003 aparecen en el panorama nacional las misiones sociales bolivarianas, entre ellas las misiones educativas, y sobre las cuales se tienen, cual bicornio, dos interpretaciones en direcciones completamente opuestas, mientras el oficialismo las considera una herramienta para enfrentar las causas y consecuencias de la pobreza y la histórica exclusión de sectores populares, mediante la participación protagónica del pueblo, por el contrario, la fracción opositora las considera como un plan estrictamente político con el objetivo de crear un inmenso aparato ideológico, doctrinante y clientelar a través de la educación, y que además es usado para incrementar el prestigio político del gobierno. Hoy, se constituyen en procesos aún embrionarios, de los cuales se desconoce y cuestiona tanto su forma como su fondo, pero que no dejan de ser una realidad cuyo fin utilitario más que beneficioso, es imperioso, en una nación ávida de cambios, educación y progreso.

NACEN ESPERANZAS
Zomaira Aranguren, ama de casa, esposa y madre de dos adolescentes, después de un par de experiencias fallidas en la educación superior, empieza a encontrar su camino cosechando del sacrificio. Apenas hace una semana recibió el título de técnico superior universitario en gestión social, y sin parar, continúa ya la segunda fase de estudios en búsqueda de la licenciatura de una carrera que la convertirá por siempre, en una profesional de la lucha social y en catalizadora de la organización comunitaria.
“Desde el 97 no estudiaba, hice dos semestres de derecho en un instituto privado hasta que empezaron problemas vinculados con la legalidad de la institución, y a eso se le sumó mi segundo embarazo, por lo que decidí dejarlo y sinceramente no veía muy fácil el retomar los estudios, también por lo costoso de la educación privada” explica Aranguren, quien recuerda con agrado el haber madrugado en largas colas para censarse en la entonces incipiente misión Sucre de 2003, y que le permitió reencontrase con el mundo universitario en 2005.
Para Zomaira Aranguren, esta nueva oportunidad que se le ha brindado ha sido fuente de cualquier tipo de reacciones, como escepticismo, incredulidad o negación, tanto de familiares como de amigos y conocidos, “siempre me preguntan cómo es posible que la universidad vaya a la comunidad, que quién me va dar el título, que las condiciones no son las necesarias, y yo les digo que ya el solo hecho de tener el chance de estudiar debe ser suficiente para sacrificarse y adaptarse a lo que se tiene por ahora” asegura Aranguren, quien insiste en que todo proceso que empieza tiene sus desventajas pero que con el tiempo se van corrigiendo los errores, “nosotros entendemos que no es necesario tanto edificio para aprender, la aldea en la que recibimos el conocimiento es solo un espacio, pero el aprendizaje realmente se asimila y ratifica con el trabajo comunitario, ahí, con la comunidad”.

EDUCACIÓN MISIONERA
La coordinadora regional de la misión Sucre, Maritza Velazco, asegura que esta misión “nace como un plan extraordinario del gobierno nacional con el propósito de integrar toda la población de bachilleres que por una razón u otra no estaban incluidos en el circuito de la educación superior, para lo que se completaron tres procesos, primero, el censo de dicha población, en el que se registraron seiscientos mil bachilleres en todo el país, nueve mil en el estado Bolívar, segundo, el programa de iniciación universitaria (PIU), y tercero, el programa de formación universitaria”.
Todo bachiller que deseé integrarse a la educación superior debe registrarse en la misión, completar el semestre de iniciación universitaria, una especie de propedéutico donde refrescará los conocimientos en las áreas de lenguaje y comunicación, matemáticas, historia de Venezuela e universal, orientación vocacional y técnicas de comunicación e información, para después llegar a la selección de carreras disponibles.
“Hay que tener en cuenta que la misión Sucre no es una universidad, es una estrategia de inclusión como política de estado para movilizar socialmente a la ciudadanía, que sin sacarla de su ambiente, se le brinda las herramientas para emprender los estudios superiores, teniendo en cuenta la equidad, calidad y la pertinencia social del aprendizaje” asegura Maritza Velazco, quien agrega que de allí radica la complejidad en la ejecución de los objetivos planteados, puesto que es muy complicado tomar las fortalezas de distintos elementos y ponerlos a disposición de la comunidad.
“Si la comunidad solicita una aldea universitaria en Guasipati, por ejemplo, la misión se encarga de conjugar los posibles recursos disponibles, junto a la misma comunidad busca los profesionales, posibles docentes, que desenvuelven su vida en esa comunidad, los prepara con cursos de formación docente, habilita y acondiciona el espacio, y hace la conexión con la universidad más cercana o más interesada en brindarle el apoyo académico a ese grupo de personas, así se encamina la municipalización universitaria” expresa la coordinadora regional de misión Sucre, Maritza Velazco, quien además asegura que las debilidades aún son muchas, como la falta de infraestructura docente mínima, pero el mayor desafío es hacer entender a la gente que esto es una misión y lo hacemos como una causa humanitaria, que es necesario la participación de todos, que no es una causa partidista, es el grito de la patria.

DÓNDE ESTÁN LAS FALLAS
“Están llenas de tropiezos e inconvenientes siendo el mayor, tal vez, su provisionalidad y poca estructuración y control", “esa ausencia de control y evaluación después de cuatro años de instrumentación es perjudicial”, “escuchamos a personas que no culminaron su aprendizaje en lectura y escritura porque el facilitador no volvió al barrio, o al ambiente educativo", “hay duda sobre la calidad pedagógica, que sería el fin de estos programas en cuanto a dotar de conocimientos y herramientas a quienes no pudieron obtenerlos en el sistema formal, "está claro que en dos años no vas a aprender, más aun cuando esas personas han pasado varios años sin estudiar". Estas son algunas de las profusas críticas que se han hecho sobre las misiones educativas, algunas fundamentadas otras no tanto.
El presidente Chávez, en marzo del año pasado, reconoció fallas de las misiones Ribas y Sucre, por lo que ordenó una investigación exhaustiva en algunos estados, pero aún se están esperando. “La autocrítica es necesaria, especialmente en el campo educativo, que debe ser revisado constantemente” asegura Maritza Velazco, que además de coordinadora regional de la misión Sucre, emprendió una investigación denominada estrategia para perfeccionar la misión Sucre en el estado Bolívar, y en la cual se reconoce ha de atacarse deficiencias como el débil trabajo de equipo entre miembros de las diferentes estructuras, falta de un sistema de trabajo efectivo para el funcionamiento de la misión, dificultades en el funcionamiento de la comisión académica de la misión y las coordinaciones de programas de formación, falta de recursos para desplegar un desempeño efectivo, falta de infraestructura docente mínima de apoyo a los programas de formación, extensión territorial del estado y otras barreras asociadas.
El momento es propicio para empezar a trabajar en la solución de elementos puntuales, proponer y promover la colaboración de todos los sectores, y evitar la crítica destructiva que tanto daño provoca.

Educación en el mundo:
Ya en octubre de 1998, en la conferencia mundial sobre la educación superior: Visión y acción de la educación superior en el siglo XXI, organizada por la Unesco, se constituía la Declaración Mundial sobre la Educación Superior, de donde se rescatan algunos elementos, entre ellos:
En la intención de forjar una nueva visión de la educación superior, se dispone el artículo 3 como el de la igualdad de acceso, y donde se asegura que en el acceso a la educación superior no se podrá admitir ninguna discriminación fundada en la raza, el sexo, el idioma, la religión o en consideraciones económicas, culturales o sociales, ni en incapacidades físicas.
La equidad en el acceso a la educación superior debería empezar por el fortalecimiento y, de ser necesario, una nueva orientación de su vinculación con los demás niveles de enseñanza, y más concretamente con la enseñanza secundaria.
El artículo 6, especifica la orientación a largo plazo fundada en la pertinencia, entendiendo que la pertinencia de la educación superior debe evaluarse en función de la adecuación entre lo que la sociedad espera de las instituciones y lo que éstas hacen. Ello requiere normas éticas, imparcialidad política, capacidad crítica.
La educación superior debe reforzar sus funciones de servicio a la sociedad, y más concretamente sus actividades encaminadas a erradicar la pobreza, la intolerancia, la violencia, el analfabetismo, el hambre y el deterioro del medio ambiente.

El estado Bolívar cuenta con 28.340 beneficiados por la misión Sucre, distribuidos en las universidades asociadas y en 91 aldeas universitarias. En los municipios Caroní, Heres y Piar está el setenta por ciento de la matrícula estadal para dicha misión. Las instituciones de educación superior que prestan apoyo a la misión Sucre en nuestro estado son la Universidad Bolivariana de Venezuela, Simón Rodríguez, Uneg, Unexpo, Ince y la Unefa. Por su parte, la misión Ribas, en el estado Bolívar tiene 25.990 estudiantes, y en el municipio Caroní 10.857, y cinco mil de ellos cursan la misión Ribas II, quienes saldrán como bachilleres en el transcurso del año. La misión Robinson, aunque ya cumplió con la meta alfabetizadora planteada, de más de 1 millón trescientos mil venezolanos, continúa recibiendo estudiantes, que además tienen la oportunidad de terminar la educación primaria en la etapa II de esa misión.
En el presente, las misiones educativas siguen siendo uno de los vértices más polémicos entre la opinión pública, orgullo para muchos, desconcierto para otros, pero al final, representa una idea, independientemente de su naturaleza política, idónea para contrarrestar la desinversión y vacío educativo experimentado en la nación desde la década del setenta.

NUEVOS FORMATOS
El facilitador de la misión Sucre y coordinador de una de las 33 aldeas universitarias del municipio Caroní, el sociólogo José Caldera, asevera que existe una diferencia enorme entre la educación formal y la que se imparte desde la Sucre, “para empezar, los procesos de enseñanza aprendizaje son completamente andragógicos, el estudiante aprende haciendo, usa su criticidad, compara y evalúa la teoría con la práctica, y está en una constante investigación del medio que lo rodea”, por otra parte Caldera asegura que el participante, como se le denomina, sin ser adoctrinado en la ideología de izquierda, entiende que debe devolverle a sus sustrato social parte de lo que ha recibido, por lo que orienta sus esfuerzos en proyectos y planes para mejorar la calidad de vida de su comunidad.
“Nosotros estudiamos desde la propia comunidad, el sentarse en un salón de clases es secundario, el conocimiento se nos imparte, pero nosotros lo reforzamos y comprobamos individualmente, con la investigación, tanto bibliográfica como empírica, estando en contacto con la gente, aplicando censos, analizando resultados, y estudiando posibles soluciones”, comenta al respecto del proceso de formación académica la técnico superior en gestión social, Zomaira Aranguren, quien complementa diciendo que la clave está en uno mismo, no conformarse con lo recibido, es necesario llegar a casa y continuar en la búsqueda del conocimiento.
El profesor José Caldera advierte que el proceso requiere de mucho esfuerzo, aunque se cuenta con las escuelas y los consejos comunales, que facilitan los espacios para las aldeas, el estudiante debe buscar la manera de llegar a los contenidos necesarios, que en su gran mayoría están en internet, “gran parte del proceso es informático y cibernético, y a veces es complicado para el participante, que no está acostumbrado a eso, como tampoco a las técnicas de evaluación y calificación, que como tú sabes, es distinto al de la educación formal, aquí evaluamos cualitativamente, analizando la capacidad de interacción social, liderazgo, participación, compromiso social, entre muchas otras cosas”.

INTEGRACIÓN INCORPORADA
“A mi me cambió la vida del todo, nunca pensé estar aquí siéndole útil a gente que necesita ayuda y que nunca tuvo la oportunidad”. La historia de Josefina Villalobos es una de las muchas que han recibido la oportunidad en las misiones educativas. Josefina retomó los estudios después de muchos años de ausencia en las aulas de clases, empezó con el objetivo de finalizar el bachillerato, hoy cursa estudios de educación integral en la misión Sucre y es facilitadora de la misión Ribas, “ya voy a graduar a mi tercera promoción de vencedores, quién lo iba a pensar, si empecé de cero, sigo estudiando y además logré involucrarme al aparato productivo de la nación, ahora como colaboradora y facilitadora de la misión Ribas” expresa Villalobos.
La directora ejecutiva de la misión Ribas en el estado Bolívar, Amarilis Peters, afirma que la finalidad de incluir a todas aquellas personas que no han podido culminar sus estudios de bachillerato o secundaria, se le está dando completa correspondencia en la región, “al día de hoy contamos con más de 25 mil participantes distribuidos en 1540 ambientes educativos, y la demanda sigue creciendo”, asegura Peters.
El proceso de enseñanza aprendizaje se realiza bajo el método yo sí puedo seguir, que consta de dos períodos de par de semestres cada uno para la formación de bachilleres en educación integral, y donde se desarrollan unidades académicas como geografía, historia de Venezuela, matemáticas, lenguaje, inglés, computación, ciencias y formación a la ciudadanía. “Ya estamos adelantando las bases para establecer en el estado, la misión Ribas Técnica, de la cual saldrán bachilleres técnicos medios en distintas carreras” complementa Amarilis Peters, directora ejecutiva de la misión Ribas.

A CORREGIR
Zomaira Aranguren, estudiante de la misión Ribas, hace mención a algunas fallas que afectan el rendimiento académico, “nosotros entendemos que ahora es cuando ha de tomar forma lo planteado con las misiones educativas, y por eso hemos tenido que hacer todos los sacrificios, pero si tuviera que pedir que nos ayuden con algo, sería que nos adecúen una ruta de trasporte, recuerda que estudiamos de noche, y la construcción de una biblioteca, porque el gasto en material de apoyo es fuerte, y no todos tenemos acceso fácil a internet.
Por su parte, José Caldera, facilitador de la misión Sucre, asegura que es vital agilizar el desarrollo de los procesos de masificación comunicacional de la nación, “hay que promover la construcción de más centros de estudios informáticos, computadoras con acceso gratuito a internet, así como facilitar la adquisición de equipos con software libre” afirma Caldera, quien cree indispensable la herramienta tecnológica en la relación enseñanza aprendizaje.
“Los estudiantes del programa nacional de medicina integral comunitaria están siendo víctimas de las fallas por parte de la Fundación Misión Sucre en cuanto al pago del beneficio de la beca estudio decretada por el ejecutivo nacional. La Fundación Misión Sucre ha fallado en reiteradas oportunidades con el depósito del mencionado beneficio tanto con estudiantes como con docentes y demás personal operativo en las aldeas universitarias”, esta fue una denuncia pública de mayo de 2007, por parte de un grupo de estudiantes de la misión, y que es parte del complejo grupo de irregularidades en todo el país.
“Tengo que decir con responsabilidad que en el estado Bolívar, en especial en el municipio Caroní, donde ya contamos con 33 aldeas universitarias, el valioso compromiso de todas las empresas básicas, en especial, Ferrominera, Edelca, Alcasa y Venalum ha sido firme, y nos ha ayudado a superar cualquier cantidad de dificultades, así mismo la alcaldía y la gobernación, pero no basta con eso, es necesario de la participación colectiva, docentes y profesionales en general que quieran fortalecer la nación” asevera Maritza Velazco, quien complementa diciendo que ya el esfuerzo más grande se ha hecho, establecer la idea y brindar la herramienta, ahora queda de todos trabajar en conjunto para que la idea no caiga y se desarrolle sola.

Se busca:
Dentro de los objetivos de la misión Sucre estado Bolívar está encauzar con calidad y pertinencia el proceso de municipalización universitaria, mejorar las estructuras de coordinación de la misión, fortalecer la actividad académica, consolidar el funcionamiento de las aldeas, elevar los niveles de pertinencia de la oferta académica local, fortalecer la movilización social y la sinergia interinstitucional, perfeccionar la atención a las organizaciones estudiantiles y fortalecer los aspectos administrativos y logísticos.
La misión Sucre cuenta hoy con una variedad de carreras para el estado Bolívar:
Medicina integral comunitaria, programa nacional de formación de educadores, estudios jurídicos, gestión ambiental, gestión de desarrollo social, electricidad, construcción civil, turismo, informática, administración, mecánica, ingeniería en sistema y licenciaturas de artes plásticas.
Un facilitador de la misión Sucre percibe 12,25 bolívares fuertes por hora, y tiene una carga horaria máxima de 20 horas, por lo que su colaboración es concebida como un auténtico aporte a la construcción de la nación y una expresión de compromiso patrio.

lunes, 7 de abril de 2008

Grandes exigencias sociales y económicas dominan la escena electoral


Grandes exigencias sociales y económicas dominan la escena electoral (I)

Nuevas y viejas tendencias emprenden la batalla electoral de costumbre, moviéndose al ritmo de las necesidades de hoy, mientras el electorado observa, escucha y evalúa

El próximo mes de noviembre se escogerán las nuevas administraciones para gobernaciones y alcaldías, y las piezas empiezan a moverse en el tablero electoral. Alianzas y particiones irreconciliables definen las candidaturas, todo esto, ante la mirada atenta de la población votante, que sigue en la búsqueda de la mejor opción, aquella que represente resultados tangibles y sustentables en el tiempo.
Nuevas necesidades requieren de nuevas exigencias, por eso la gente concuerda en que proyectos serios y factibles, ataque a la improvisación, y escogencia del recurso humano capacitado y comprometido, son algunas de las claves para no volverse a equivocar y acabar con el voto que no busca al mejor, sino al menos malo.

ROMPIENDO PARADIGMAS
Los tiempos cambian y con ellos los escenarios, incluso el político y su mundillo electoral. “Hoy el venezolano entiende las cosas de otra forma, reclama al status quo su ineficiencia y está en búsqueda de nuevos liderazgos que contribuyan de manera efectiva en resolver sus problemas”, afirma la politóloga e investigadora Susana Kalil quien indica que los nuevos procesos que vive la nación, donde se habla de democracia participativa, rompen con la tradición e incluso con el léxico de los actores políticos.
La tendencia hacia el voto en Venezuela correspondía a un llamado emocional, a una identificación con el candidato más carismático, con el más elocuente y simpático, quizás con el que más prometía, afirma el ingeniero Waldo Negrón, ex secretario de gobierno del estado Bolívar en la época de Rojas Suárez, cuando habla de la posibilidad cierta de que esa realidad esté revirtiéndose progresivamente, debido al cansancio popular y a la necesidad de votar pensando en su calidad de vida, en su bolsillo, y no con el corazón.
Si algo es cierto, es que el pueblo se ha abierto a su realidad, la comprende mejor y trabaja para mejorarla, por eso exige mayor trabajo en la comunidad, el acercamiento del funcionario público a su ambiente, y la participación propia en los procesos de cambio, adelanta el sacerdote católico Matías Camuñas, quien agrega que lo que se ha conseguido en materia de autogestión, desarrollo endógeno, cooperativismo y asistencia social es palpable e irreversible.
Por otra parte, la vocera del consejo comunal San Rafael, Tarxi Bonilla, manifiesta que “en la actualidad el electorado, aunque mide en silencio las distintas opciones, está reclamando planes de gobierno, proyectos, transparencia y honestidad” y asegura que los tiempos de las promesas vacías están en período de extinción, puesto que ahora el pueblo quiere construir con sus propias manos las soluciones, acompañado de un gobierno socialmente sensible.

EL EQUIPO ES LA CLAVE
“Las gobernaciones y alcaldías son los cargos públicos más difíciles de administrar, esto, por el hecho de estar más cerca a las comunidades y sus problemas, que no son pocos, y en muchos casos terminan desbordando las capacidades individuales y los colocan en los límites de la incompetencia gerencial” asegura Waldo Negrón. De ahí parten las expectativas, preocupaciones e inquietudes de propios y extraños, en la elección de candidatos para puestos de esa naturaleza.
“Cómo hacer para no equivocarse a la hora de votar y lograr escoger a los más capacitados, por no decir los mejores, que al fin del cabo son los que van a tratar de darle respuestas a las necesidades”, se pregunta Carlos Gil, presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Caroní. Presupuestos cortos, infinidad de inconvenientes, poco tiempo, falta de preparación e intención para el servicio, e improvisación, son algunos de los elementos que conspiran en el fracaso de las gestiones.
“Es falsa la idea de que sólo es necesario la intención y el compromiso, la gerencia no se improvisa, para comprar o vender, para supervisar o disponer de recursos, es necesario experticia”, afirma Waldo Negrón, agregando que el acompañamiento es clave, y por eso el gerente debe rodearse de un equipo preparado y evitar gobernar bajo la línea partidista.
Las alcaldías son precisamente, los entes con mayor carga de compromiso en la solución de problemas primarios, que son en definitiva los que importan a la gente, entre ellos, los servicios públicos, transporte, seguridad y vialidad, expresa Carlos Gil, quien insiste en la necesidad de exigirles a los candidatos a presentar a su equipo de trabajo y sus proyectos o programas de gobierno, de manera que el electorado tenga la oportunidad de estudiar y comparar ofrecimientos.
El reconocido periodista y cronista de Ciudad Bolívar, Américo Fernández, asegura que la realidad de la nación requiere de candidatos “con cualidades intrínsecas y arraigadas a la honestidad, severidad y austeridad en el manejo de la cosa pública, lo cual no colisiona con la simpatía, la bondad y cordialidad en el trato con los gobernados, cualquiera sea su estrato, posición o jerarquía”, buscando sobrepasar los espacios electorales tradicionales que admitían excesiva demagogia y populismo, mostrándose “sensible, conocedor pleno de la realidad a la que se comprometió a servir, creativo en la solución de los problemas y conflictos, suficientemente capaz, idóneo, mente rápida y dotado de psicología y tacto especial para escoger a sus colaboradores”.

El deber ser de un buen alcalde:
El gobierno del ayuntamiento de Barcelona, España, ha resumido cinco elementos necesarios en un buen alcalde.
1. Hacer la vida más fácil a la gente. Al ciudadano no le importa qué departamentos van a participar en la tramitación de un recurso, o de qué concejalías dependen los servicios que está solicitando. Lo que le importa es que el sistema funcione y además, que lo haga mejorando los recursos tradicionales.
2. Lo político está en segundo plano. Nada de reformas partidistas. En un período no va a dar tiempo a hacerlo todo.
3. Diseña bajo la sustentabilidad. Es fundamental que los nuevos canales abiertos al servicio sean sostenibles desde el punto de vista de los costos, y de su utilidad en el tiempo.
4. Despliegue profesional. Hacer que las cosas funcionen, consigue sistematizar todos los procesos y que la experiencia del ciudadano sea útil, que vea resultados.
5. Abre las puertas a la cooperación. Relaciona los servicios con los de otras administraciones del sector público, teniendo en cuenta que habrá muchas tareas que escaparán a las posibilidades de la organización, así que la asociación es positiva siempre que sea necesario, esto sin cerrar la puerta a la colaboración privada.

Nuevos liderazgos a nuevos requerimientos sociales, así se plantea el desenvolvimiento de los procesos electorales contemporáneos. En noviembre se llevarán a cabo elecciones para cargos regionales y locales, y en el estado Bolívar ya se dispone tanto de los requerimientos populares como de algunas de las propuestas electorales.
La oferta es grande y la demanda aún no se manifiesta con claridad, aunque coincide en sus necesidades: seguridad, transporte, empleo, vivienda y eficiencia en el manejo de los servicios públicos. Entre las grandes preocupaciones está el respeto a la continuidad de las buenas gestiones y la capacidad gerencial en el cumplimiento de objetivos a corto y largo plazo.

A RESOLVER PRIORIDADES
Las candidaturas contemporáneas para cargos regionales y locales están hechas más para un gerente que para un político deja entrever Carlos Gil, presidente de la Cámara de Comercio e Industrias de Caroní, quien complementa expresando que la preparación y el acompañamiento son clave, que no es suficiente con la pura intención, puesto que debe resolver metas fijadas en lapsos de tiempo determinados, que en estos casos, son muy cortos.
“Reconocer las prioridades es el primer paso, y lamentablemente, ese punto suele ser descuidado por los gobernantes”, afirma Waldo Negrón cuando comenta sobre la lista de clamores populares, que está bien definida en el estado Bolívar y en especial en el municipio Caroní.
“En Ciudad Guayana necesitamos más seguridad, organismos policiales profesionales, medios de transporte seguros, confiables y efectivos, una moderna infraestructura en los servicios públicos, luz, agua y recolección de desechos sólidos, así como la posibilidad de generar estrategias sustentables para la dotación de empleo y la construcción de viviendas”, así lo entiende la trabajadora social Tarxi Bonilla, receptora directa de las quejas y necesidades del guayanés como vocera del consejo comunal San Rafael .
Por su parte, el Monseñor Mariano Parra, insiste en que la lucha debe ser integral, plantear y perseguir la solución de coyunturas dolorosas y que aquejan la estabilidad y calidad de vida del venezolano, “pero al mismo tiempo, emprender campañas para recobrar valores humanos y ciudadanos, puesto que el trabajo debe ser en conjunto, de abajo hacia arriba y no solo impulsado por un sector de la sociedad”.
“En Bolívar, es hora de ponerle solución progresiva al estado de inseguridad aparejado con la violencia, no es posible vivir en una zozobra constante signada por la violencia cuyas raíces se encuentran en la marginalidad”, manifiesta el periodista Américo Fernández, quien asegura que tiene como “desencadenante el discurso violento, insultante, frontal y conflictivo de quienes suponemos por su condición de líderes deben ser ejemplo de orientación ciudadana”, y para lograr dicho cometido es necesario la articulación de gobernadores y alcaldes, pensando siempre que los intereses de la ciudadanía tienen que estar globalmente por encima de los de las parcialidades o particulares, agrega Fernández.

COMBINANDO LOS PLAZOS
“Después de definir las realidades, es necesario trabajar y perfeccionar la infraestructura física, humana y hasta digital, para resolver las cosas del día a día, como el trasporte, la vialidad, el aseo urbano, entre otras”, sostiene Waldo Negrón, ex secretario de gobierno del Estado Bolívar, quien complementa diciendo que esto debe hacerse de manera definitiva y sostenible en el tiempo, de manera que el gobernante que lo sustituya pueda servirse de esos beneficios, que hacen estado, que construyen la patria y no la imagen política de alguna individualidad.
Otras de las grandes inquietudes de algunos de los sectores productivos de la región están en la continuidad de las gestiones e inversiones. Carlos Gil, presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Caroní, explica la tendencia de muchos mandatarios de hacer borrón y cuenta nueva cuando llegan al cargo “de manera que pareciera que nada de lo que se hizo en cuatro años es positivo o rescatable, así es imposible construir un estado de gobierno estable, se supone que todos deben contribuir algo perdurable en el tiempo”.
“Quizás una de las desventajas de los gobernantes es que pierden mucho tiempo en la transición, que es ese período que va desde la toma del poder y la completa instalación en el mismo, cambiando el personal, desechando todo lo pasado y arrancando de cero” sostiene el ingeniero Waldo Negrón, ex secretario de gobierno del estado Bolívar, esto según él, es una práctica tradicional de nuestros políticos, y no lo beneficia, porque se empieza a gobernar realmente los dos últimos años de gestión.
La perdida de tiempo es un gran enemigo, concuerda Monseñor Mariano Parra, quien asegura que “los cambios deben realizarse en pro de la gente, y que banalidades como la remodelación de una oficina que pertenecía al gobernante anterior o la redecoración de un salón de la antigua gestión no son fundamentales, y en esos detalles se pierde tiempo, dinero y disposición”.

POR, PARA Y CON LA GENTE
Al final, nuevamente, toma importancia el hecho de hablar y pensar en corresponsabilidad ciudadana. El mandatario sea cual fuere, debe entender que es un servidor público, elegido por la gente para resolver sus problemas, para fungir como el conserje de la ciudad o del estado, pidiendo y apoyándose de todos los sectores productivos de la sociedad. Por su parte, la ciudadanía ha de promover los cambios participando en los mismos, contribuyendo y no perjudicando los procesos, construyendo con la crítica, desde los más sencillo a los más complejo, de abajo hacia arriba. La corresponsabilidad ciudadana y la necesaria interacción entre el pueblo y su representante son, al final, elementos imprescindibles en el progreso sostenido de las regiones.

Manuel Fraga Iribarne, connotado político español y otrora alcalde de Madrid, sostiene que el éxito de mandatarios regionales y locales, como gobernadores y alcaldes, está en la habilidad de poder combinar la ejecución de planes y solución de problemas en cortos y largos plazos, de manera que resuelva dificultades puntuales y sencillas, como el de los huecos en las calles o el alumbrado eléctrico, sin dejar de lado grandes proyectos que le permitan trascender y marcar diferencia entre las gestiones anteriores a la suya.
Por su parte, Mario Rosales, reconocido planificador chileno, en su trabajo para la Unión Internacional de Municipalidades explica que: El buen alcalde concibe a la municipalidad como un gobierno local dinamizador del desarrollo humano sostenible de su comunidad. Asume los nuevos retos del desarrollo: Crecimiento económico, erradicación de la pobreza, rescate de la cultura o preservación del medio ambiente. Más que administrar, gerencia la municipalidad y lidera a su comunidad. Organiza y motiva a sus equipos de trabajo, estimulando el efecto sinérgico de 2 +2 =5. Planifica una estrategia de desarrollo de corto plazo (micro planificación) y de largo plazo (planes de desarrollo), con participación de la comunidad. Impulsa actividades para capacitar los recursos humanos municipales y mejorar la conciencia y educación cívica de la comunidad. Se coordina, estableciendo relaciones de cooperación con otros niveles de gobierno y entidades de la administración pública y privada.

Leopoldo Villalobos y la vocación de escribir


Setenta años pintando a Guayana en letras, Leopoldo Villalobos, el periodista, poeta y cronista, es la pura expresión del compromiso y dedicación por vocación

Anteojos, pluma y papel, han sido por más de seis décadas, las herramientas con las que Leopoldo Villalobos, ha seguido y narrado la historia de una Ciudad que conoció en pañales y que hoy, según su entender, se vislumbra como una de las ciudades más prósperas de América Latina en un futuro muy cercano. El versátil escritor se ha paseado por muchos de los géneros de la literatura y del periodismo, pero todo en torno a un tema cardinal, su tierra. Hoy reflexiona sobre el pasado y el futuro del periodismo y de lo que hace treinta años apenas era un campamento, Ciudad Guayana.
Ya son muchos años desde que prendió el motor de la escritura, pero ¿Cómo comenzó todo, cuál fue la chispa que encendió esa llama inapagable?
Bueno, tu sabes que yo creo en la causalidad, si tu padre es carpintero lo más seguro es que tu tengas que ver con la madera en el futuro, o si es mecánico en algo con carros terminarás. Mi caso no es la excepción, mi padre fue un empleado público toda su vida, un servidor podría decir, pero de gran simpatía por los libros, por lo que crecí rodeado de todo tipo de publicaciones, periódicos, revistas, y libros de todo tipo, todo lo que llegaba a mi casa, cosa difícil, pero mi papá se las ingeniaba. Ya desde muy pequeño tuve la oportunidad de leer Las Mil y Una Noches y hasta la misma Divina Comedia del grandioso Dante Alighieri. Mi padre, que era un gran ferviente católico, de esos que iba a la iglesia del pueblo con paraguas, corbata y sombrero, fue entonces el partícipe de mi afinidad a la lectura, y una cosa llevó a la otra, en esos días las escuelas eran casi liceos, se enseñaba mucho más que ahora, de veras se aprendía, y fue en la escuela donde en realidad empecé a escribir, allí empezó todo.
¿Recuerda su primer contacto con un lápiz para producir una historia propia?
Si, y con mucho gusto. Tú sabes que desde muy temprana edad mis aptitudes fueron cien por ciento literarias, de hecho, lo primero que escribí fue un cuento, que lamentablemente no he podido recuperar, y por eso no le hago referencia. Y fue en la escuela donde tuve mi primer encuentro con el periodismo, quizás de allí nació la chispa que mencionabas. Gracias a esos profesores de antes, que por cierto, en su mayoría eran doctores o abogados, y en especial al maestro Eliécer Sánchez Gamboa, hice de la escritura un hábito, puesto que él fue el de la idea de fundar allá en la escuela de mi querida Guasipati, Semillita, un periódico escolar, del cual fui parte, haciendo según sus palabras, auténtica literatura infantil.
Una vez en el bachillerato ¿Cómo supo decidir el camino a tomar?
Bueno, tú sabes que posteriormente, las experiencias fueron diversas, por ejemplo, en bachillerato fui director de un periódico mural llamado Surcos. Todo conspiró para que estuviera vinculado al ejercicio del periodismo. Del 46 al 50 tuve el privilegio de estudiar de primero a cuarto año en el liceo Peñalver de la capital del estado, que tenía su sede en la casa del Congreso de Angostura, por lo que la influencia histórica del aquel lugar fue haciendo efecto poco a poco en mi pensamiento. Yo tenía una facilidad enorme para las materias humanísticas razón por la que fui saludado más de una vez por el cuerpo docente, no así en el campo de las ciencias exactas. Lamentablemente, solo pude estudiar hasta cuarto año en Ciudad Bolívar, puesto que no ofrecían el quinto año, y por razones económicas no terminé de inmediato el bachillerato. Ese período del 49 al 51 fue bien dinámico. Me salió una pasantía como maestro en el Grupo Escolar Estado Mérida de Ciudad Bolívar, donde tuve alumnos como Víctor Mezzoni y Alberto Rodríguez. Esa experiencia docente fue realmente enriquecedora.
Y mientras tanto, sin poderse graduar y enseñando ¿Dónde puso sus historias?
Te decía que ese período de dos años fue bien dinámico porque tuve la oportunidad de ser parte hasta de tres publicaciones. En el 49 editamos un semanario del tipo suelto, llamado Avance, dirigido por mi compañero, el bachiller Pedro Lira. Y en el 51 fui parte de Imataca, publicación mensual promovida por Tomás Mogna, y que era casi como un órgano estudiantil con todo sus elementos. Ya en ese entonces escribía para El Luchador, no como columnista, pero con buena regularidad. Al mismo tiempo, en el 50, formaba parte del liceo Peñalver, pero como secretario de cultura. A finales del 51 decido irme a Mérida a terminar los estudios, pero no tenía otra sino como bachiller en ciencias biológicas.
Entre tanto camino que ahora empezaba a recorrer ¿Cómo hizo para no dejar la escritura?
Todo lo que sucede tiene su lado positivo, el irme a Mérida me permitió conocer otros escenarios, de los cuales quedé cautivado, razón suficiente de inspiración para seguir escribiendo, esta vez en nuevas latitudes, pero de la misma tierra, Venezuela. Antes de irme ya contaba con la dicha de poder publicar en unos de los decanos del periodismo guayanés, El Luchador, para el que envié algunas de las cosas que pude escribir en los andes, estamos hablando de 1952. En el 53 regreso a mi pueblo, y gracias a mi hermano comencé un proyecto de vida con la empresa minera de Guayana, recién se estaba formando un enorme movimiento de tierra, equipos y personal, en lo que para el momento eran dos simples campamentos, Ciudad Piar y Puerto Ordaz.
¿Cómo hacer un proyecto de vida en dos planos tan disparejos, la minería y el periodismo?
La Orinoco Mining Company iniciaba operaciones y yo entré allí como laboratorista, cargo que desempeñe por tres años, hasta que la empresa norteamericana decide becarme para estudiar periodismo en la Universidad Central de Venezuela. Y me fui en el 56 para regresar en el 60 como licenciado en periodismo. Eso fue ver otro mundo, toda una experiencia de vida. Imagínate que conmigo solo se graduaron cuatro personas, todas figuras del acontecer nacional. Simón Alberto González, diplomático y columnista, Alberto José Alcalde, intelectual y escritor, Antonio Cova Maduro, abogado y columnista, y Osmán Aranguibel Guzmán, sociólogo y reconocido escritor. En la Universidad hice periodismo activo, combativo y creativo, no me quedé en el salón sin escribir, todo lo contrario.
¿Dónde pudiera pensarse que se hizo periodista? ¿En la universidad?
Nadie se hace periodista en la universidad, de hecho antes no existían las escuelas de periodismo, era más visto como oficio que como profesión. El periodista se hace en base a profunda crítica social, sensibilidad humana, interés por la lectura, preparación e investigación, y sobretodo vocación de escribir para ser agente de cambio. Todo eso requiere tiempo, disposición y entrega. A mi me nació ese deseo desde muy pequeño, mis aptitudes para escribir me llevaron por ese cauce y aquí estoy. En Caracas solo respondí al llamado de la profesión, allí fui redactor del boletín de la Universidad Central de Venezuela, y tuve el privilegio de ser redactor universitario para el diario La Esfera, otra de las escuelas de los periódicos fundamentales en la historia del periodismo de Venezuela, que por cierto, en ese entonces, era dirigido por Oscar Yánez. En el 60 regresé a Puerto Ordaz, a fundar y hacer carrera en El Minero, que ya cumple 55 años, una de las más longevas del país. En esa publicación cumplí todas las fases, desde redactor hasta director, mientras tanto me mantuve escribiendo para muchos de los diarios de Ciudad Bolívar, como columnista, siempre para Guyana y su gente.
Hoy ya tiene 60 años en el periodismo, jubilado por la industria minera de Guayana, y viendo al lado del camino el desarrollo de la nuevas generaciones. ¿Qué percibe, qué le angustia de la actividad periodística de la actualidad?
Bueno, en un principio siento una gran satisfacción y alivio. Ya hay trece escuelas de periodismo en el País y en Ciudad Guayana dos. Una cantidad de periódicos inusitada, un apoyo tecnológico imparable y una tendencia de la juventud hacia las ciencias de la comunicación admirable. Esto acompañado de una irrefutable libertad de prensa, aunque algunos digan que no y lo respeto. Continúan algunos fenómenos indeseados dentro de los periódicos y sus líneas editoriales, pero eso es un mal muy viejo. Sin embargo, el panorama es expansivo, aunque no me atrevo a decir si cualitativo. Quisiera que si, es el deseo de todos, un periodismo como agencia de cambio social.
Y ¿En qué cree Leopoldo Villalobos, a qué se apega?
En un principio creo en Dios. Pero creo en la democracia, en el disenso, en la pluralidad, en el diálogo, en el debate, en la investigación y argumentación. Soy de los que piensa que nadie quiere hacer las cosas mal, pero para evitarlo debe prepararse. Quizás esa sea una de mis angustias. Los jóvenes estudiantes de periodismo o de lo que sea, deben interesarse en la lectura, quien no lee no contrasta y no puede tener perspectiva concreta de la realidad, pues no conoce el contexto, no conoce el pasado. Creo en retomar los valores libertarios, en los Simón Rodríguez, Andrés Bello, Simón Bolívar, Fermín Toro, Juan Antonio Pérez Bonalde, Andrés Eloy Blanco, Cecilio Acosta, Arturo Uslar Pietri, Rómulo Gallegos, Luís Beltrán Pietro Figueroa, entre tantos otros. Creo en mi país y le pido a todos a que crean en él. Sin importar quien gobierne, pues no estoy y no he estado atado nunca a ningún político, eso si, reconociendo aciertos y errores de todos ellos, porque todos algo han aportado. Creo en mi ciudad, creo que Ciudad Guayana le queda demasiado por explotar, por desarrollar, para convertirse algún día en una metrópolis latinoamericana. No creo en el fanatismo, ni en la envidia o mezquindad de ningún tipo, menos política.
Despiece:
El orgullo de Villalobos
“Tú sabes que yo, desafortunadamente, nunca he tenido un editor, quizás por no estar pegado a nadie, y quizás por eso, tengo cualquier cantidad de cosas inéditas, sin poder publicar, y eso que he publicado muchos libros. De lo mucho que no he podido sacar ha sido la poesía. Yo he escrito mucha poesía, entre ella, El Megacanto a Guayana, que publiqué en su momento en El Bolivarense, ese ha sido un poema del cual me llenó de regocijo, asimismo, un par de entrevistas que recuerdo con mucha alegría, como la que le hice al ilustrado poeta, ensayista, literario y editor venezolano Juan Liscano, recién regresado de su exilio, y la del virtuoso Rómulo Gallegos en los 60. Y las ideas siguen fluyendo, tengo mucho que escribir, pero no tengo el tiempo para todo. Ahora mismo estoy preocupado, porque como viste, tengo una enorme colección de periódicos, revistas y libros, nacionales e internacionales, de hace 30 o más años, digna de una buena biblioteca y nadie se ha interesado en encargarse de ese material, para administrarlo, preservarlo y clasificarlo. Por eso hago un llamado a las universidades para que intenten salvaguardar este maravilloso material bibliográfico”.