viernes, 1 de noviembre de 2013
La destrucción cultural tiene un muro guayanés: Fernando Báez
El mundo en su constante y vertiginosa dinámica desarrolla silenciosamente, lo que parece ser, la inevitable desaparición de la memoria histórica de los pueblos, la pérdida del acervo cultural de las naciones tiene al ser humano como principal victimario, y en ese contexto, un guayanés, es auténtico paladín quijotesco en la preservación de la biblioteca universal, su nombre, Fernando Báez.
Guayana es tierra mágica que ha explotado por décadas sus recursos naturales y es cuna de notables del conocimiento científico, entre ellos brilla uno de rara especie, posiblemente el bibliotecólogo más influyente del siglo XXI, y de quien aún cuesta mucho descifrar las dimensiones de su legado. Ese personaje es Fernando Báez, un guayanés excepcional que tuvo por guardería una humilde pero profunda biblioteca en el corazón de la que él conoce como San Félix de Guayana.
Ese lugar de libros y sueños fue inundado por el imponente río Caroní, en algún momento de su infancia, así lo recuerda el escritor, ese momento, paradójicamente, uniría para siempre su pasión y compromiso por el mundo de las letras.
Luego de décadas de lectura disciplinada, preparación y búsqueda incesante del conocimiento, ha llegado a convertirse en autoridad mundial en destrucción cultural, asesor de la Unesco en materia de preservación cultural, experto viajero, políglota, escritor versátil de recursos extraordinarios, a fin de cuentas, el único venezolano, pero sobretodo guayanés, autor y referencia internacional de una obra muy extensa que abarca temas como el memoricidio, biblioclastia, patrimonio cultural y bibliotecología como agencia de cambio.
El inicio de la historia
Cuando se le pregunta a Fernando Báez dónde inició todo, suele recurrir, como casi siempre, al maravilloso espacio y tiempo de Jorge Luis Borges, de quien recuerda que una vez dijera: “para él una biblioteca era el paraíso, uno de los mitos religiosos más potentes de las religiones conocidas”. Sin embargo para Báez, su unión a estos templos de la lectura es un poco más visceral, pues admite que aún cuando le tocó vivir una pobreza más que intensa, “una biblioteca siempre fue un refugio contra la desesperanza, contra la exclusión, contra la ignorancia, contra la soberbia, contra el dogmatismo. La primera vez que entré en una biblioteca de aldea era muy niño y mi madre me dijo: Aquí te dejo junto a los que serán tus mejores amigos, los libros”.
Ese camino que empezara en pequeños salones de lectura en San Félix, terminó construyendo a un guayanés de momentos singulares, colaborador de más de treinta revistas y periódicos del mundo, autor del best seller más representativo de la literatura de destrucción cultural (La Historia Universal de la Destrucción de Libros), y persona non grata en los Estados Unidos, declarado así por la administración del ex presidente George. W. Busch, por la publicación de su libro: La destrucción Cultural de Iraq, donde pusiera al descubierto las atrocidades del ejército americano sobre el lugar donde nació el libro, la antigua Mesopotamia, sobre sus invalorables archivos históricos y por ende, sobre la evidencia milenaria de construcción de una civilización e imperio como pocos.
El escritor investigador
El dossier literario de Báez es más que completo, singular, todos sus libros giran sobre la importancia de conocer cómo el hombre, gobiernos y potencias han socavado la evidencia de nuestra existencia en el planeta, siempre en la desastrosa dinámica de identificar lo que es y no es políticamente correcto. La Hoguera de los Intelectuales, Las Maravillas Perdidas del Mundo, El Traductor de Cambridge, En defensa de la Rebelión, y La Destrucción Cultural de América Latina, son el producto de un trabajo de años de recopilación y análisis de elementos históricos, es un complejo compendio resultado de la labor de un bibliotecólogo, historiador, periodista, educador, y finalmente, escritor especializado. El tema del memoricidio pudiera ser considerado como indescifrable, por su carácter universal, sin embargo Báez identifica algunas de sus causas en respuestas como la que le diera a un diario mejicano en 2012: “Creo que el libro no es destruido como objeto físico sino como vínculo de memoria, esto es, como uno de los ejes de la identidad de un hombre o de una comunidad. No hay identidad sin memoria. Si no se recuerda lo que se es, no se sabe lo que se es”.
A esta primera premisa se le debe anexar el por qué el poder responde a su propia vulnerabilidad con violencia a la memoria, Báez lo explica afirmando que “a lo largo de los siglos, hemos visto que cuando un grupo o nación intenta someter a otro grupo o nación, lo primero que intenta es borrar las huellas de su memoria para reconfigurar su identidad. En el fenómeno del Auto de fe contra los libros es manifiesto que quienes lo realizan reconocen que no basta con el asesinato o encarcelamiento de un escritor o con el genocidio del pueblo que se ve retratado en el espíritu de ese texto”.
¿Profeta en su tierra?
Ahora mismo Fernando Báez hace vida en El Cairo, Egipto, está identificando elementos claves de la ruta transahariana de los libros en la historia del continente africano y Medio Oriente. El gobierno de Qatar lo ha contratado para llevar adelante tan singular misión. Pero, qué ha pasado que Fernando Báez no se le siente en Guayana y Venezuela como valioso notable motivo de orgullo nacional. Es posible responder presumiendo que tiene que ver con el mito popular de que nadie es profeta en su tierra, sin embargo, y en todo caso, se trata de un hecho lamentable que debe revertirse cuanto antes.
Este doctor en Ciencias de la Información y Bibliotecas, fue presidente de la Biblioteca Nacional de Venezuela en 2008 y recibió en 2007 el Premio Nacional de la Cultura, sin embargo, los premios y honores internacionales son muy superiores en proporción cuantitativa y es habitual conferencista en las universidades más importantes del mundo. La pregunta es entonces, cuándo será parte cotidiana, o al menos, frecuente, de las comunidades universitarias y científicas venezolanas, y más específicamente, de las de Guayana. La intención de este compatriota en el exilio no forzado, siempre ha sido ser parte de la venezolanidad profunda, eso lo refleja en diversas entrevistas y declaraciones. Lo importante por ahora, pudiera ser, cuanto menos, revisar su obra y entender su legado, y esperar que la grandiosa Guayana lo reclame con firmeza y coloque su influencia más cerca de nuestros estudiantes, científicos, incluso, empresarios y políticos.
Trabajo publicado a nivel nacional en la Primera Edición del quincenario Guayana, Política y Negocios, encartado en el Semanario Quinto Día. el 2 de Agosto de 2013
Etiquetas:
Ciudad Guayana,
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