viernes, 20 de junio de 2008

BOLA FRANCA (Mi columna dominical de béisbol)


El arte de dirigir. “La discordia del equipo es lo que lo ha llevado al hoyo donde está ahora. Es decir, no hay química entre la ofensiva y el pitcheo” decía el abridor de los marineros Miguel Batista, horas antes de ser despedido el manager John McLaren, cesanteado cuatro días después del gerente general Bill Bavasi. Si bien es cierto que todo empieza y termina entre el picheo y la defensa, hay que recordar que el béisbol es un juego de equipo, y los de Seattle reprobaron esa asignatura. Sufren el peor de los males, jugar sin quererse ensuciar. Con una nómina de 117,666,482 dólares es -casi- inaudito jugar para 347 y tener el peor record de las mayores (25-47 hasta el viernes).
Llegar al estadio pensando en conectar dos hits para mantener o subir un poco el promedio de bateo, o jalar la bola con contundencia cuando la del gane está en segunda sin outs, son síntomas de la enfermedad de los equipos en crisis, y allí es donde hace la diferencia un buen dirigente. No es sólo ponerle tinta a la hoja que entrega el anotador. La mezcla la conocen pocos, pero seguro que ella se resume en equilibrio. Ni muy amigo, ni enemigo del pelotero, persuasivo, anticipador y sobretodo buen comunicador, claro está, carisma y suerte son siempre necesarias, entender que el protagonista es el juego es más que conveniente.
Entre las 7,125 victorias de Anthony “Tony” LaRussa Junior, Robert Joseph “Bobby” Cox y Louis Victor “Lou” Piniella se resumió el párrafo anterior. Quizás los tres mejores tácticos del béisbol de hoy. Entonces Minaya y Bavasi, gerentes de Mets y Mariners respectivamente, colocaron 137 y 117 millones de los verdes, y semejantes máquinas, en manos equivocadas. Un Rolls Royce y un Ferrari conducidos por aprendices, pero así es el negocio.
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"En gran problema con el béisbol de hoy es que la mayoría de los jugadores están en el juego por el dinero y eso es todo. No por el amor a él, el entusiasmo, la emoción de él” Ty Cobb.
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Por cierto. Tal día como hoy, un domingo 22 de Junio de 1990 los Bravos de Atlanta despiden a Russ Nixon quien tenía al equipo último en la división, y contratan al desde entonces inseparable Bobby Cox, quien aseguró hasta 2009 con los de Georgia. En ese equipo estaban los larenses Antonio Castillo y Alexis Infante junto a Steve Avery, Tom Glavine, John Smoltz, Mike Stanton, Davis Justice, Jeff Blauser y Ron Gant, entre otros. Con record de 65 ganados y 97 perdidos, terminaron de sextos en una temporada donde 980, 129 fanáticos asistieron al Atlanta Fulton County Stadium. Dale Murphy era el bravo más pagado y cobró 2 millones de dólares, a Tony Castillo le dieron 100mil y a Infante 114mil por la temporada.
Y trágicamente un día como hoy, pero en 2002, fallece el lanzador californiano Darryl Andrew Kile, quien a los 22 años debutara en las mayores, el 8 de abril de 1991 con los Astros de Houston. En 2,165 innings dejó record de 133-119 con efectividad de 4.12, 28 juegos completos y 9 blanqueos.
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Evitando la frustración. Johan Santana fue bateado en su pasada apertura en Anaheim, en seis entradas completas recibió con 8 imparables, entre ellos un cuadrangular, 4 rayitas limpias, otorgó 2 boletos y sólo ponchó a 5. Son tiempos difíciles para un lanzador que no ha recibido el soporte ofensivo. En su salida precedente al viaje a la costa oeste, el 12 de este mes en Shea Stadium, no permitió carreras, le conectaron 3 hits en labor de siete episodios, ponchó a 10 y no ganó. Los Mets no viven el mejor de los momentos, recién despiden al manager y en un clubhouse plagado de estrellas de distintas nacionalidades, parecen vivir en una auténtica babel contemporánea, y la torre también se les está cayendo. ¿Entonces qué ha de hacer Johan? En la próxima entrega Herb Pennock, invencible en series mundiales, en sus diez mandamientos del arte de lanzar, le recomienda…
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“Todo lo que necesitas es amor” y un poco de béisbol. John Lennon y yo.

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