martes, 3 de junio de 2008

Prioridad ambiental: Gestión integral del agua (I y II)


Muchas son las ventajas comparativas de Venezuela en la relación cantidad y calidad de agua, con el resto del mundo, pero el recurso se desperdicia y poco hacemos para evitarlo.

Común y casi corriente es la imagen de sujetos urbanos al mando de una manguera vertiendo el agua por doquier y en raciones más que generosas, desde el muchacho del auto lavado en un momento de ocio, ocupando la vista en el agua barredora como quien prueba la potencia del chorro, o quizás la señora de la casa, que después de casi ahogar las matas, se ocupa de desalojar cualquier brocita incomoda con la fuerza de la toda poderosa agua. Los expertos entienden que uno de los desafíos de la gestión integral del recurso hídrico en Venezuela pasa por modificar elementos culturales, puesto que el uso del preciado líquido es exagerado, y el desperdicio es injustificado, como si nadie pensara que es posible el agotamiento definitivo del agua.

OTRO DIVINO OBSEQUIO
Cuando hablamos de los tantísimos beneficios que el creador ha dejado sobre y bajo nuestros suelos, o en relación a la multiplicidad y gran cantidad de recursos que la madre tierra en su milenario proceso evolutivo ha hecho de Venezuela su dueña, siempre se alude al petróleo, el oro, el gas o el diamante, pero no con tanta vehemencia al agua, recurso sobre el cual se ha abierto todo un imaginario universal, esto quizás, por su incalculable valor y por el pánico que genera la posible escasez del mismo.
Y todo esto sin tener en cuenta que según cifras de la FAO (Organización de Comida y Agricultura de las Naciones Unidas) más de mil millones de personas carecen de acceso al agua potable, casi tres mil millones de personas no tienen acceso a un saneamiento adecuado, de cinco a diez millones de personas mueren cada año de enfermedades relacionadas con el agua o el saneamiento inadecuado, 20% de las tierras de regadío del mundo están cargadas de sal, lo que afecta a la producción de cultivos.
Pero el caso venezolano es drásticamente distinto, en 2002 la experta Ángela González Landazábal, en su Informe Nacional sobre la Gestión del Agua en Venezuela, aseguraba que el balance de reserva “considerando los aportes del escurrimiento superficial en las siete grandes regiones en que se dividió el país, arroja como resultados una alta disponibilidad del recurso aún bajo escenarios de crisis en todas las regiones, a excepción de la región Central-Capital, donde se ubica un 34% de la población total del país y su mayor parque industrial”, en ese momento el recurso hídrico garantizaba el suministro a 20.9 millones de personas (87% de la población nacional) y el riego de 387.500 hectáreas.
Por su parte, del último gran estudio sobre la realidad del recurso hídrico nacional, presentado en IV Foro Mundial del Agua realizado en México en marzo de 2006, y que fue compilado y editado conjuntamente entre un representativo número de expertos nacionales en la materia y respaldado por organizaciones no gubernamentales e instituciones oficiales vinculadas al tema ambiental, se desprende, entre otras cosas, que “Venezuela posee un extraordinario potencial hídrico que debe ser apropiadamente conocido y manejado, para garantizar su uso a perpetuidad” pero “si bien se estima que el potencial de aguas subterráneas en Venezuela es significativo, su uso no está siendo apropiadamente controlado en el país, con lo cual se podría estar realizando un aprovechamiento no sostenible del recurso”. Entonces, qué sucede con el agua subterránea y superficial en nuestro país, a dónde vamos y a quién seguimos, qué salidas hay al exceso de uso del recurso, esas son interrogantes cuyas respuestas aún no están claras y urge entenderlas.

LA REALIDAD
En el IV Foro Mundial del Agua de 2006 se resumió que en el continente americano “aunque ha adoptado el principio del desarrollo sustentable, continúa la necesidad de implantar mecanismos efectivos que resuelvan los diferentes requerimientos de agua a nivel sectorial, en concordancia con los objetivos económicos, sociales y ambientales”, esta percepción está directamente vinculada con temas relacionados con el abastecimiento y saneamiento. Por ejemplo, la distribución de agua potable es del 100% en el América del Norte, y superior del 90% en las zonas urbanas de Latinoamérica y el Caribe, sin embargo en las zonas rurales apenas alcanza el 70%, y a esto se le suma que el servicio de saneamiento en el espacio rural presenta grandes deficiencias, puesto que es menor al 50% en países como Brasil, México, Haití, Bolivia, Perú, República Dominicana, El Salvador y Venezuela.
Es evidente que cuando se mencionan mecanismos efectivos para solventar los requerimientos del agua es necesario imponer el término gestión integral del recurso hídrico (GIRH). Ya en 2002, en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible de Johannesburgo, los países se acogieron a la aprobación de la GIRH y sus respectivos planes de eficiencia, en un plazo de 3 años. Y en 2004, de 108 países, 22 de Latinoamérica, revelaron cierto progreso. Para 2006 sólo Brasil había mostrado un muy buen avance, mientras que Argentina, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Bolivia enseñaron algún avance, y sólo Colombia, Uruguay y Venezuela estaban en la etapa inicial.
Una vez más nuestro país no encaja en lo genérico, “Venezuela vive un proceso diferente con la Gestión Integral del Recurso Hídrico, porque normalmente estas experiencias se generen por la necesidad, ya sea por escasez o por problemas relacionados a la mala administración del recurso, nuestra dinámica tiene sus propios ritmos” afirma Becker Sánchez, experto del Departamento de Estudio de la Ciencia de Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), quien además agrega que “años de investigación de universidades, organizaciones no gubernamentales, y organismos oficiales han generado preocupación al respecto, pero recién ahora es cuando el Ministerio de Ambiente emprende con empuje el proyecto”.
Entonces la realidad del agua según el Informe de la GIRH en Venezuela de 2006 está montada sobre un escenario de grandes desafíos, puesto que “el patrón de crecimiento poblacional, el proceso de urbanización, la pérdida de calidad de los cuerpos de agua, los riesgos naturales, y la deficiente gestión y conservación del recurso, inciden en la multiplicación de los factores que contribuyen con el deterioro de estas fuentes”, todo esto entendiendo que para 2006 no existía en Venezuela un plan nacional para promover la gestión integrada de sus recursos hídricos a fin de garantizar su sustentabilidad.
Hoy se empiezan a mover algunas piezas, pero aún con discreción, por lo que no despega del todo un macro proyecto que controle “una mejor utilización y calidad de los recursos hídricos a través de la reducción de las pérdidas de los sistemas de agua, regulación de las descargas residuales, control y aplicación de normas sobre calidad del agua, programas de conservación de suelos y aguas, control de la contaminación en fuentes no puntuales y medidas de conservación del agua y el suelo, entre otras medidas” como lo recomienda el informe 2006 de GIRH de Venezuela.

Ejemplos de aplicaciones exitosas de la gestión integral de agua en Latinoamérica:
1. Cuenca del Río San Francisco en Brasil. El otorgamiento de facultades del comité de la cuenca del río ha favorecido la construcción de la infraestructura de control de la contaminación. 2. Cuenca del Río Paraiba do Sul en Brasil. Se implantaron todos los instrumentos asociados a las políticas de manejo de agua. El sistema de concesiones de agua, el comité de cuenca, la agencia de cuenca y el plan de cuenca. 3. COIRCO, Río Colorado y AIC, Ríos Limay-Neuquén en Argentina. Los comités de cuenca han venido funcionando desde hace 20 a 30 años. 4. Cuenca Lerma-Chapala en México. Cuenta con su consejo de cuenca y un convenio interestatal para el uso de las aguas. Este Consejo de cuenca fue el primero que se estableció en México. 5. Cornare en Colombia. Se ha logrado la reducción de la contaminación al implantar cobros por contaminación del agua.

El municipio Caroní cuenta con la cobertura de dos fuentes hidrográficas importantes, el río Caroní del cual se desprende la totalidad del uso doméstico y urbano del agua, y el río Orinoco, cuyo recurso está destinado a las necesidades industriales y en bajísimo porcentaje al sector agropecuario. Y en ambos casos somos consumidores de aguas abajo, es decir, los usuarios de la parte baja de las cuencas, por lo que hemos de ser los receptores naturales de cualquier efecto producido por acciones tomadas en las cabeceras de dichos ríos, como incendios, sequía o la propia contaminación. De allí que la Gestión Integral del Recurso Hídrico (GIRH), vista como un sumario multisectorial e interinstitucional interviniente en todas las fases de la cuenca, así como monitora de la actividad de la generalidad de sus usuarios, ha de regular y mejorar el rendimiento del agua tanto en cantidad como en calidad.

EN RELATIVA CALMA
Estudios de la Universidad Nacional Experimental de Guayana han arrojado resultados alarmantes, como el que indica la existencia de “17 descargas contaminantes” al río Orinoco en su trayecto de Puerto Ordaz a San Félix. Y el pasado mes de marzo se leía en la prensa local: “Una sustancia roja de fuerte olor es vertida en el río Orinoco cerca del muelle de CVG Venalum”, aparentemente la empresa ocasionaba un derramamiento que desembocaba en el cauce del río sin ninguna revisión de los organismos competentes, y quizás con graves consecuencias al medio ambiente. Asimismo los problemas con el servicio de agua, aunque ahora en menor medida, continúan ocupando cierto centimetraje en los diarios de la zona.
Y es que fue sólo hasta el primero de enero de 2008 cuando por decisión de la Cámara Municipal de Caroní, se aprobó el aumento del precio del agua en el municipio, que hasta ese momento era el más bajo de todo el país, y aún con el aumento no alcanza siquiera el 50% del promedio nacional.
Todos estos elementos son parte representativa de la inexistencia de una organización definida y estructurada especialmente para la gestión del agua, de manera que se reconozca y diagnostique el abastecimiento y saneamiento, conservación, riego, navegación, turismo e incluso el manejo hidroeléctrico.
Hasta ahora Ciudad Guayana no considera la problemática del agua como prioridad, porque se cuenta con la regularidad del recurso, y salvo los sectores rurales o los asentamientos urbanos no planificados que tienen graves dificultades en la distribución del líquido, se vive en relativa calma, pero es preferible prevenir que lamentar.

LA NECESIDAD DE LA GESTIÓN
“Durante la última década se han logrado importantes avances en la gestión del recurso agua, particularmente en los ámbitos jurídicos y de infraestructura, así como de acceso al agua potable” así se concluye en el Informe 2006 de GIRH de Venezuela, y es que las fortalezas son muchas para adelantar con entusiasmo la administración del agua, así lo asegura Becker Sánchez, experto del Departamento del Estudio de la Ciencia del Instituto Nacional de Investigaciones Científicas (IVIC) quien nos indica que hoy por hoy “ya se cuenta con algunas herramientas, recuerda que desde los años 70 ya hemos tenido la normativa del medio ambiente, y los trabajos han sido continuos, sólo que ahora se ha tratado de agrupar las diferentes inquietudes de personas, comunidades, universidades, así como el compromiso que han venido adquiriendo instituciones y organismos relacionados al tema”.
Sánchez comenta que entre la normativa legal vigente, (Ley de Aguas de enero de 2007 y Ley Orgánica para la Prestación de los Servicios de Agua Potable y Saneamiento), los procesos participativos de las comunidades (Redes comunales, mesas técnicas de agua), el permanente trabajo investigativo conjunto (IVIC, USB, UNEG, Vitalis, entre otras instituciones) por el cual se ha logrado toda una data producto de la labor de años de universidades e instituciones, se tiene un gran trecho ganado para la constitución definitiva de la Gestión Integral del Recurso Hídrico en Venezuela.
Sin embargo, por otro lado, están las debilidades y retos a vencer, que según la visión del experto en la materia, Becker Sánchez, son la desarticulación interinstitucional, la cultura de que el agua no se va acabar nunca (Excesivo uso del recurso), y la percepción divergente de cada grupo de actores (En cada cuenca sus usuarios tienen diferentes métodos y costumbres de uso). Esto lo refuerza el Informe Nacional de la GIRH de 2006 que concluye especificando que “si bien muchos de estos sectores vinculados con el agua reconocen la importancia de la GIRH, aún no se han dado todos los pasos necesarios para integrar los esfuerzos que promuevan el desarrollo y la gestión coordinada de los recursos agua (…) Se requiere una mayor coordinación de los esfuerzos de planificación, control y seguimiento de los proyectos en el sector, entre los principales usuarios del recurso, el gobierno nacional y los gobiernos regionales y locales, así como con las universidades, las ONG y el sector privado (…) Se debe impulsar la asistencia y la cooperación técnica entre los diferentes entes que tienen relación con el agua, particularmente hacia los grupos comunitarios, los municipios en proceso de transferencia de la administración y las universidades que promuevan usos más eficientes y responsables del recurso”.

CONTINUARÁ
Estos dos reportajes –introductorios- toman de manera muy general pequeños ápices de la temática del agua, su gestión integral, manejo, cultura, disposición y conservación. La intervención de los distintos sectores y actores involucrados con la administración de los recursos hídricos, regionales y nacionales, no es sólo necesaria, sino imperiosa en la constitución del debate público y la sensibilización nacional al respecto.
Durante años se ha creado en el imaginario global la percepción de que las próximas guerras tendrán como objetivo el agua, por su continuo agotamiento. Y aunque en la actualidad los estudios basados en esa premisa son más serios y optimistas, entre ellos, el realizado por el investigador Aaron Wolf el año pasado, denominado Los Conflictos y la Cooperación, donde concluye que “la posibilidad de que la guerra abierta por agua entre los países es baja, a menudo falta la cooperación en las controversias sobre los recursos transfronterizos”, se deja entrever que aún baja, sigue siendo una posibilidad, y es mayor cuando las políticas fronterizas se contraponen.
Al final, la respuesta, como casi todo lo que sucede bajo el cielo está en nuestras manos, como la reversión del calentamiento global, o el desarme nuclear, incluso la preservación del recurso hídrico, ante la cual, la Gestión Integral del Recurso hídrico (GIRH) parecer ser la respuesta más idónea. Seguiremos informando.

Experiencia exitosa en Brasil:
Considerando que, desde 1966, los niveles mínimos de la reservas de agua durante la estación seca habían ido descendiendo paulatinamente todos los años, en 2004 el comité decidió tomar medidas preventivas para evitar el agravamiento de esta situación, lanzando una campaña de concienciación social sobre la necesidad de consumir agua responsablemente, y de evitar cualquier tipo de gasto innecesario. Unos 15.000 dólares de los ingresos por el cobro del agua se invirtieron en campañas publicitarias sobre el uso racional del agua.
Una premisa clave para conseguir el objetivo principal en la GIRH del río Paraiba do Sul fue la sostenibilidad del uso racional e integrado del agua, que no es más que la sostenibilidad del propio comité. Dicha sostenibilidad está condicionada por el reconocimiento de la capacidad representativa, la fiabilidad y la capacidad de integrar acciones de los distintos segmentos del comité: Gobiernos federal, estatales y municipales, así como usuarios y organizaciones sociales. El desarrollo del cobro por el agua fue una acción estratégica que proporcionaba la garantía formal de continuidad de las acciones por parte del Comité para la Integración de la Cuenca Hidrográfica del Río Paraíba do Sul (CEIVAP) y la Agencia Nacional del Agua.

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