domingo, 23 de marzo de 2008

Ciudad Guayana: Orden en la casa


Orden en la casa

Ciudad Guayana, originalmente la urbe más planificada de Venezuela, se debate entre seguir explotando su potencial industrial y no afectar la calidad de vida del guayanés.

La capital del Municipio Caroní, asiento de la empresa básica venezolana, desde la siderúrgica hasta la electricidad, escenario ideal para el desarrollo integral de la nación, de probado potencial minero, turístico y fluvial, Ciudad Guayana, ya cuenta con poco más de cincuenta años planificando su desarrollo urbano, y hoy ve como la población, ordena la ciudad sin control, acercando las zonas residenciales a la industria, sin concebir las catastróficas consecuencias de tal acción.

EL GÉNESIS
Partiendo de la constitución definitiva de los campamentos portuarios de Puerto Ordaz y Palúa en 1953, la idea de ciudad comenzó germinar, y a partir de ahí, desde el efímero Plan Ciudad Caroní de 1955 hasta el malogrado Plan de Ordenación Urbanística (POU) del 95, la urbe siempre se pensó segregando la zona industrial de los linderos urbanos. Ya en los 60 los antecedentes de planificación de la C.V.G mostraban dicha tendencia. “La ubicación de toda la industria pesada contaminante era hacia el oeste, de manera que la población se ubicase vientos arriba de la zona industrial, evitándole los efectos de la contaminación” señala la urbanista María Nuria De Cesaris.
A esto se le sumó en 1970 la Ordenanza de Zonificación, donde se definían las áreas de desarrollo según el componente ambiental, nivelándolas según su capacidad de contaminar. “En San Félix se situó la industria no contaminante, en la zona industrial de Chirica, y la altamente contaminante en el Oeste, en Matanzas” dice De Cesaris. De esta manera se planificaba el territorio en las zonas MA para la industria artesanal, la M1 para industria de servicio, la M2 para la industria liviana, la M3 para la mediana y la M4 para la pesada, siendo las últimas tres, restringidamente incompatibles con el uso residencial de cualquier tipo.
De esta manera se garantizaba la explotación del potencial del municipio sin afectar la calidad de vida de sus habitantes, “desde un inicio existió la preocupación ante la mezcla de los sectores, y se determinó al este, la ubicación de las zonas residenciales” recalca la urbanista María Nuria De Cesaris.

EL OESTE PROHIBIDO
La Variable Ambiental para el POU, estudio presidido por el geógrafo Gonzalo Febres en 1994, arrojó resultados alarmantes en cuanto los niveles de contaminación de la zona oeste de la ciudad. Se determinó en ese entonces “Deficiencia en el circuito de vigilancia de los controles ambientales (…) En 1989 el total de contaminantes estaba en el orden de 1 millón de toneladas al año, el doble sobre el índice de alerta (…) En 19 años ha habido un deterioro significativo de la calidad del aire, por lo menos en el área de Matanzas y sus alrededores (…) La situación parece complicarse por la tendencia de crecimiento de la ciudad hacia el oeste, en paralelo a la localización industrial” en la Variable Ambiental para el POU, realizada por Proconsult.
A partir de los 70, la ciudad entraba en avasallante crecimiento que no ha parado, y el arribo de cientos de venezolanos y extranjeros, producto de la inversión en la siderurgia, aluminio e hidroelectricidad, obligaba a la masiva urbanización, “En una propensión latinoamericana asociada a las migraciones del campo a la ciudad, combinada con la altísima oferta de trabajo producto del boom petrolero, los índices de urbanización subieron estrepitosamente y la gente se ubicaba en las áreas exteriores a los cascos de Puerto Ordaz y San Félix” asegura el geógrafo Carlos Maytin.
Por su parte, los planes de ordenación territorial quedaban inconclusos, entre ellos, El Plan Director de 1979, cuyo programa de inversiones propuesto no se cumplió, puesto que las autoridades no dieron el visto bueno, provocando, entre otras cosas, que el sector privado de la construcción se encaminara bajo criterios distintos al del Plan. Ya para 1995“Cuando hicimos el POU prohibimos la expansión de la ciudad hacia el oeste, desafortunadamente, el proyecto no se llegó a aprobar, sino que quedó como un decreto del alcalde como plan estratégico y se llegó a donde no queríamos” comenta De Cesaris al explicar que aún propuesta la no ocupación de esos sectores, no se pudo contener el crecimiento.

LA OCUPACIÓN
“Vamos a iniciar la primera etapa de protesta en contra de la contaminación causada por la planta Saint Gobain, esta fase consiste en realizar una campaña de concientización de la comunidad, a través de la divulgación de la problemática por todos los medios de comunicación posibles” expresaba en junio de 2006, Dameli Herrera, habitante de San Jacinto, esto después de tres años de denuncias sobre efectos como enfermedades respiratorias, muerte de animales y plantas, y baja calidad del agua.
A mediados de la década pasada se empezaban a ocupar, sin control municipal, sectores como San Jacinto, La ceiba, Cambalache, y el norte de la Vía Caracas, las UD 337 y 338. “San Jacinto fue de las zonas incluidas como prohibidas para el uso residencial, y empezó como un asentamiento agrícola de baja densidad, hoy se quejan por la contaminación” afirma la urbanista María Nuria De Cesaris. Ya el POU preveía la no expansión de la ciudad hacia esos territorios, y al mismo tiempo se empezaba la expansión industrial hacia la zona industrial Cañaveral.
“Una cosa son los planos, que algunos se han cumplido, y otra cosa es la ordenación, que es el ordenamiento unilateral de facto, hecha por la gente, muchas de hechas por las conocidas invasiones” fenómeno propio de Ciudad Guayana, según explica el geógrafo Carlos Maytin, de esa manera, la gente decidió ocupar un territorio, por necesidad, pero sin acatar los planes de ordenación urbana, de allí que “Ahora tenemos problemas de gravedad en esos sectores, donde la gente reclama por la contaminación, sabiendo que no debían ocupar esos terrenos” recuerda De Cesaris.

LA CONTAMINACIÓN
La Variable Ambiental de Proconsult resumía en 1995 los efectos de la contaminación sobre la salud de los guayaneses, en molestias, irritación de ojos y mucosas, problemas respiratorios, dermatitis, alergias y otros síntomas que podían convertirse en agudos a largo plazo. Sin embargo, la segregación de las zonas residenciales de las industriales aún se conservaba y aún no se asomaba el problema.
“Vistos los resultados de la variable ambiental del 94, el Ministerio del Ambiente y el equipo del POU, propiciaban los programas adecuación ambiental de las empresas del M4” expresa De Cesaris, teniendo en cuenta que aún y cuando la ciudad era concebida para desarrollar la actividad industrial, la carga contaminante debía ser regulada y constantemente evaluada.
Partiendo de allí, La Variable Ambiental de Proconsult, recomendaba “Definir qué tipo de ciudad queremos, precisando qué tipos de niveles de contaminación serán aceptables (…) Desestimular temporalmente el crecimiento de la ciudad hacia el oeste (…) Limitar la instalación de nuevas industrias hasta no controlarse las emisiones contaminantes”.
Hoy la situación parece poco alentadora. Una fuente del Ministerio de Ambiente, nos pudo informar sobre la situación actual de los programas de adecuación ambiental, desde 2005 a 2007. “Alcasa es la que menos ha invertido en la adecuación, incluso después de haberles parado las celdas 1 y 2 y planta de carbón. Carbonorca presenta un diagnostico similar al anterior. A Ternium se le dio una multa por sus condiciones en planta de cal y el deficiente tratamiento de desechos sólidos. A Bauxilum se le pidió actualizar el cronograma de adecuación y presentaron problemas con el manejo de los efluentes. El caso de Venalum, es distinto, pues cumplieron con varios proyectos y sustituyeron el sistema de procesamiento de gases de planta de carbón por otro de no genera la brea. Y Ferrominera sigue sin actualizar la adecuación, ni Ciudad Piar, ni PMH, mientras sigue emitiendo grandes cantidades de contaminantes”. Cabe destacar que fue imposible conseguir las redes de calidad de aire actualizada, ni con el Ministerio del Ambiente, ni con C.V.G.

LA ESPERANZA
Ahora mismo y desde hace dos años, cientos de ciudadanos trabajan en el Plan de Desarrollo Urbano Local 2006-2026 (PDUL), el nuevo instrumento de planificación del territorio del Municipio Caroní. En el marco del Plan de Desarrollo de la Nación 2008-2013, del Plan Nacional de Ordenación del Territorio de 1998, la Ley Orgánica de Ordenación Urbanística y la Ley Orgánica del Poder Público Municipal, nace el PDUL, entendido bajo las necesidades y condiciones naturales de la ciudadanía guayacitana.
“Básicamente este plan establece el uso de la tierra, según la cantidad de habitantes de cada sector determinando los requerimientos de vialidad y servicios sociales (educación, salud, cultura, recreación, deportes, abastecimiento) y de infraestructura (acueductos, cloacas y drenajes, electricidad, aseo urbano y transporte público), tantos actuales como futuros. También establece las áreas naturales a proteger y las áreas para los nuevos desarrollos residenciales e industriales” se puntualiza sobre la inherencia del plan en su sitio en línea: www.pdulciudadguayana.org.
El PDUL, aunque promovido por la municipalidad, requiere improrrogablemente de la participación ciudadana. “Hay que aprovechar, algunos elementos que no existieron en décadas, como por ejemplo, los consejos comunales, la dinámica de la organización social de buena fe es necesaria” expresa el geógrafo Carlos Maytin. Los posibles resultados son invalorables, por eso es posible sentir una amenaza latente con el año electoral en curso, sin embargo, al respecto se refiere la Directora de la Secretaría Técnica del plan cuando comenta “Nosotros no lo queremos ver como un riesgo de retroceso, sino al contrario, como una gran oportunidad, porque a todos nos conviene que esto funcione, incluyendo a los gobernantes”.

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