martes, 25 de marzo de 2008

Desabastecimiento: una cadena de dificultades (I, II y III)


Propios y extraños resisten sus efectos sin entender el por qué de una realidad que estriba en el inconveniente desencuentro entre el gobierno y el sector privado

La crisis mundial de alimentos, control de precios, acaparamiento y especulación, desorientación gubernamental, mediocridad en la plataforma de producción nacional, aumento desmedido del consumo, demora en el autorización de divisas para importaciones, volatilidad del escenario político y el rudimentario sistema agropecuario nacional entre otras, son algunas de las pistas que se funden en el espectral escenario de la demanda insatisfecha y la escasez de alimentos en el mercado venezolano.

ESTO ES LO QUE HAY
¡Se acabó la leche! ¡Subió el pan! ¡Apúrate que llegó la carne! ¡Pasé tres horas en una cola y no conseguí azúcar! Son algunas de las voces más comunes en la frecuencia popular, mientras tanto la realidad de la crisis alimentaria nacional parece hacerse cíclica, integrándose, desafortunadamente a la penosa cadena de dificultades crónicas de la sociedad venezolana. Ya se cumplen poco más de cuatro años de escuchar, ver y leer las inagotables explicaciones brindadas por la vocería pública y privada, sobre las causas vinculadas a los brotes de escasez alimentaria, sin certificarse ninguna de las dos tesis.
Sin embargo, lo cierto es que la opinión pública nacional integró al desabastecimiento como uno de sus temas predilectos desde mediados del 2003, año en que se decretó el control de precios como régimen antiinflacionario y medida regulatoria del costo de la vida, costo que fluctuaba desfavorablemente ante el aumento sostenido del consumo privado, que desde 1999 exhibía una tasa de crecimiento anual superior al 6,85%.

TEORÍAS ENCONTRADAS
Ante la delicada novel coyuntura, tanto el gobierno como el sector privado, emprendieron sus respectivas campañas de defensa y ataque.
1.- "Delincuentes (...) intentan acaparar productos alimenticios para fomentar desabastecimiento y elevar precios" manifestaba el ministro de Finanzas, Rodrigo Cabezas. La línea informativa institucional de la representación gubernamental gravitó desde entonces entre la antipatriótica conducta criminal de la cadena de producción, distribución y comercialización privada que juega al acaparamiento y especulación, la crisis mundial de alimentos debido al extraordinario incremento de la demanda de países como China e India, y el bajo nivel de compromiso social del empresariado capitalista para con el pueblo.
2.- "Las políticas gubernamentales limitan la posibilidad de generar valor agregado y empleo (…) y han traído como consecuencia la mayor inflación de América Latina" así comentaba el entonces presidente de Fedecámaras, José Luís Betancourt. De esa manera la matriz de información generada por el sector privado justificaba la escasez con el inflexible control de precios, las excesivas importaciones exoneradas de impuestos, la traba en la certificación de licencias y divisas, y la modificación del marco legal laboral anti capital.

EL INICIO DEL JUEGO
La crisis del abastecimiento de alimentos en Venezuela se pudiera entender partiendo de la evolución del sistema sociopolítico y sus variantes económicas. “El balance: demanda insatisfecha y aumento de los precios o franca escasez y especulación, crecimiento de las ganancias y florecimiento de oportunidades, abonadas por el aumento del crédito y la disminución de las tasas de interés”, son las conclusiones presentadas por el experto ganadero Jorge Ordóñez Vela cuando se refiere a la realidad del mercado cárnico nacional que seguramente, sirve como reflejo generalizado de la situación alimentaria del país.
La histórica ascensión del ingreso petrolero coincidente con el ejercicio de la administración del presidente Chávez, se convirtió en franca transmisión del gasto público in crescendo a la población, esto traducido en programas sociales, recuperación del empleo, ampliación del crédito y aumento del salario básico, lo que generó la elevación del consumo privado sostenidamente por siete años consecutivos.
Todo esto acompañado de la paulatina restructuración del marco jurídico laboral pro-trabajador en un sistema naturalmente capitalista, estableciéndose figuras desprendidas de las modificaciones de la Ley del Trabajo, la homologación del salario mínimo rural, los continuos aumentos del salario mínimo, la inamovilidad laboral, la Ley de Seguridad Social y la Ley de Alimentación.
De esta forma, el mercado fue superado y según Ordóñez la respuesta fue parcial e indecisa por lo que justificaba la incapacidad de abastecer el mercado cárnico diciendo que “lo largo del ciclo productivo de los bovinos, el descenso en la inversión y el estancamiento del rebaño bovino nacional, afectado por la inseguridad y la incertidumbre generada entre otras razones por la aplicación de la Ley de Tierras, impidieron una respuesta significativa”.

EL EFECTO MARIPOSA
Los expertos vienen alertando por años la propensión de ejercer políticas agroalimentarias globalizantes erróneas, como el cultivo extensivo que no soluciona, sino que mantiene bajos los rendimientos de cosecha, sin poder satisfacer la demanda de alimentos propios del crecimiento poblacional.
La subida de los precios es un efecto global, pan, leche y huevo suben en más de 20% debido al progresivo aumento del costo de materias primas, fruto de la súper demanda y la insuficiente producción mundial que no satisface del todo el mercado asiático y no compensa con los mismos precios al europeo y americano, lo que ocasiona el fenómeno de la escasez.
Recientemente La Asociación de Lácteos de China informó el aumento del consumo de leche, el cual arribó a 76% en los últimos seis años. Y es que China ha modificado su política alimentaria, occidentalizando la dieta tradicional y procurando satisfacer el mercado interno tienden a importar cada vez más, elevando el consumo per capita de productos alimenticios básicos como la carne y leche a casi el doble de lo acostumbrado, en 2002 el consumo de leche aumentó de 26 kilocalorías per cápita a 43 kilocalorías en 2005, esto según la FAO.
El caso del consumo lácteo en China es único. Genéticamente intolerantes a la lactosa, han sido poco amigos de la leche, pero eso ha cambiado junto con la creciente disponibilidad económica de la sociedad. Hoy se constituyen en el tercer mayor productor de leche del mundo detrás de EEUU e India y aún así en el 2006 subieron su importación láctea a 25%.
Sin embargo, la importación de estos países trasciende y no es exclusiva de la industria lechera, puesto que adquieren también, materias primas, cereales, aceite, pescado y harinas entre otros. India y China conforman casi la tercera parte de la población mundial y con sus economías en avasallante desarrollo hacen temblar al resto del globo terráqueo, Venezuela no es la excepción. Pero a diferencia de muchos países suramericanos, en la actualidad requerimos importar alimentos sin poder generar capacidad de exportación, desperdiciando la oportunidad comercial del boom de mega importaciones del gigante asiático.

Dispuestas las piezas sobre el tablero, gobierno y sector privado ofrecen distintas perspectivas de la situación produciendo confusión y convirtiendo en laberíntico un posible contexto reconciliatorio. El control de precios contiene ficticiamente la inflación mientras proliferan todas las posibles modalidades del mercado negro que multiplica los casos de especulación y acaparamiento.

JUEGO TRANCADO
“Antes del pasado 2 de Diciembre, ningún empresario quería arriesgarse y por miedo a ser despropiado no invertía, de manera de dejarle solo el esqueleto al gobierno de convertirse en realidad la expropiación, eso ahora ha cambiado”, aseveraba el vocero oficial de la Asociación de Supermercados del Estado Bolívar (Asumabol), Sebastián García. La coyuntura política posterior a Abril de 2002 revertió el escenario económico y social.
El sistema de producción alimentario entró en letargo desde entonces. Con la escalonada constitución de políticas reivindicativas de los trabajadores y el control de precios surge el fenómeno de discapacidad de respuesta del mercado que expone Jorge Ordóñez, editor de la Gaceta Ganadera, cuando dice “el marco regulador se vio seriamente modificado, numerosas leyes que afectan las relaciones laborales y sus costos, las políticas comerciales y sus efectos, la carga tributaria y sobre todo el marco institucional (…) La salida de Venezuela de la CAN y el ingreso aún no digerido a Mercosur conjuntamente con la exoneración de aranceles a los productos de la canasta básica a partir de febrero del 2003, el control de precios y el control de cambio, modificaron los escenarios comerciales de manera importante”.
A esto el productor agropecuario le suma la dificultad adicional ofrecida por los procedimientos impuestos por la gestión pública, a lo que se refiere Ordóñez cuando manifiesta “que hace imposible conocer a cabalidad las listas protocolares de los ministerios del ramo: Minal, MAT, Milco y Minep y sus agencias Casa, Mercal, CVA, Fondafa, Sasa y cuantos otros, paralelamente a la inactividad de las Juntas Nacionales y la desaparición del Comité Nacional de la Carne y finalmente el carácter optativo de las leyes, la discrecionalidad y aplicación discriminatoria de las mismas, hicieron particularmente difícil las decisiones de inversión”.

SIN INVERSIÓN, CERO PRODUCCIÓN
En 2003, el exceso de liquidez en la calle aumenta la demanda, escasea la oferta, remontan los precios y acelera la inflación. El Ejecutivo Nacional en marzo de ese mismo año decreta el control de precios indefinidamente, en su mayoría para productos de origen animal. No obstante, el aumento del consumo y los precios que produce un lógico incremento de la utilidad, no se reflejó en la reinversión para la producción, de manera que se estancó la oferta.
“Los beneficios no fueron uniformemente distribuidos a lo largo de las diferentes cadenas (…) aunque el sector primario siempre se vio favorecido por el aumento de los precios, donde el incremento del consumo fue mayormente satisfecho con importaciones, los recursos se capitalizaron aguas abajo, entre el beneficio, la transformación, la distribución y el comercio”, asegura Ordóñez.
El sector privado cataloga al control de precios como un “madrugonazo”, en palabras del entonces presidente de la Asociación Nacional de Supermercados y Autoservicios (Ansa), Nelson da Gamma, el gobierno debió establecer previamente un proceso de negociación con la cadena de producción.
Creció entre los empresarios la inconformidad por el marco jurídico laboral y la desconfianza ante el mito de la desaparición de la propiedad privada. De esa forma, los frutos obtenidos de la rentabilidad generada por el aumento del consumo no se direccionó a la inversión en materia tecnológica, elemento que, reconoce Ordóñez, “propicia la optimización de procesos productivos en función de mejorar la competitividad del negocio en términos de calidad y costo (…) capitalizando en información, capacitación, planificación económica y financiera, organización de los recursos, diversificación, articulación con los procesos agroindustriales, acceso a los mercados, promoción de agro negocios y vinculación al crédito”.
Mientras tanto el gobierno aceleró las importaciones en ciclos irregulares y con procedimientos deficientes que no evitaron los brotes de escasez, mientras seguía inflexible ante la liberación de precios, que revisó después de cuatro años, en febrero de 2007, cuando a juicio de Jorge Ordóñez “la inflación acumulada superaba el 90% y el aumento del precio en el mercado internacional terminaba por afectar el flujo de importaciones, como en el caso de la leche en polvo”.

PLATAFORMA DAÑADA
El caso de la leche puede ser analizado como confiable indicador de la realidad alimentaria venezolana. El sistema de producción lácteo nacional se ladea sin pisar fuerte ante las necesidades, por la inexistencia de una estructura sólida respaldada por la constante inversión creadora de empleo y a la postre garante de altos rendimientos productivos. En lo que respecta al mercado cárnico de 2006, Ordóñez comenta “importación de ganado en pie de regiones no libres de aftosa, la transferencia de animales de levante hacia Colombia y precio de referencia del novillo gordo venezolano superior a 1,60 dólares americanos por kilogramo, mientras que el precio promedio de Mercosur alcanzó los 0,85 dólares americanos por Kg, debilitan la competitividad del circuito cárnico bovino venezolano frente a los grandes productores de América del Sur”. No obstante, en su estudio de Costos de Producción de Leche, 2006, afirma que la evidente caída de la producción no se le debe atribuir al precio de la leche, que contaba aún con buena utilidad, sino a factores como la inseguridad personal y jurídica, y la percepción de amenazas a la propiedad privada y las libertades económicas. Esto afecta la inversión y sin inversión es imposible recuperar y mucho menos aumentar la producción.

¿Qué tenemos?
3.240 millones de litros de leche por año
3,4 millones de vacas
170.000 trabajadores
3.75 millones de hectáreas
300 billones de bolívares para producirlos

¿Qué queremos?
85 mil trabajadores permanentes
1.000 millones de litros al año
1,8 millones de hectáreas
1,7 millones de vacas
150 billones de bolívares en inversión

Las causas: crisis mundial de alimentos, control de precios, acaparamiento y especulación, desconcierto gubernamental, mediocridad en la plataforma de producción nacional, aumento desmedido del consumo, volatilidad del escenario político y el endeble sistema agropecuario nacional. Los efectos: escasez, especulación y acaparamiento. El balance final dependerá de la disposición de solventar la problemática y negociar, tanto del lado del gobierno como del empresariado.

CONTROL INCONTROLABLE
La historia de los controles de precios es poco alentadora. Desde las monarquías sumerias de las primeras civilizaciones, pasando por los persas, romanos, la Francia revolucionaria, la Alemania nacional socialista, el Estado argentino de Perón a Kirshner, hasta las democracias venezolanas de Betancourt a Caldera; han ensayado insatisfactoriamente los controles de precios.
Lo que en teoría se justifica como una medida antiinflacionaria y de regulación de los costos y precios, las jefaturas ejecutivas del Estado suelen prolongarla más de la cuenta generando caos en el sistema, transformándose en desabastecimiento, mercado negro, corrupción y especulación.
El control de precios es sustancialmente contrario al aparato económico capitalista, puesto que los precios, como publicaba en 1961 el profesor de economía Joaquín Sanchez-Covisa “no son invenciones odiosas del sistema capitalista. Son un indicador de la relación existente, en un momento dado, entre la cantidad de bienes disponibles, la oferta y la necesidad que de esos bienes tienen los consumidores, la demanda”.
Y si bien es cierto que la orientación política del actual gobierno está enmarcada en un proyecto socialista, aún la plataforma económica es preponderantemente de naturaleza capitalista, por lo que el método es rechazado.
Todo esto, claro está, teniendo en cuenta que el control de precios no se fundamenta en una decisión caprichosa del Ejecutivo. “La normal utilidad de capitalismo es de 20%, aquí hay empresarios que hacen hasta el 250%” destacaba Rodrigo Cabeza en relación a la costumbre del empresariado venezolano de no respetar los limites. La tradicional conducta del sector privado ha sido regulada con las políticas fiscales y tributarias, pero no se ha conseguido aún, ni con el control de cambio, promover el respeto al precio real del mercado, eso es cuestión de moralidad.
El caso Venezuela no ha sido la excepción, el 2006 la inflación finalizó en 17% y aumentó 2% lo que va de enero. El remedio no ayuda. Es preciso entender que el capitalismo funciona bajo una estructura de precios libres. “Cuando un político desea obtener el favor de la opinión, dispone del más fácil de los instrumentos demagógicos: la fijación de precios máximos de venta (…) si los precios máximos fijados están por debajo del costo de producción, los productores obtendrán pérdidas y dejarán de producir”, afirmaba Sanchez- Covisa. Se producirá un espejismo temporal entre los consumidores, pero a la larga escasearan los bienes y servicios regulados dándole entrada a los males ya mencionados.

ESTÁN LLEGANDO LOS CAMIONES
“Ahorita los productos están llegando, vegetales, carnes, leche e incluso la harina, creo que dentro de 15 días la situación ha de normalizarse por completo”, expresa el vocero oficial de Asumabol, Sebastián García. Es posible pensar que los resultados del 2D afectaron directamente el optimismo del sector privado y más aún su atrevimiento para tomar riesgos.
“Para el primer trimestre del próximo año se vislumbra la agudización del desabastecimiento de alimentos, fármacos y repuestos de automóviles pero, aún así, el presidente de Consecomercio encuentra buenas señales para la economía, a diferencia de lo que sostenía antes del 2D”, se publicaba en la edición del 19 de diciembre del Tal Cual Digital.
La liberación de la leche descremada en noviembre, el arribo de las toneladas importadas suficientes de leche en polvo, y las recientes declaraciones de liberaciones progresivas, han reactivado el sector productivo y animado a toda la cadena del productor al comerciante.
El gobierno seguirá importando para abastecer el mercado, mientras tanto, fortalece las políticas de soberanía alimentaria, fundada en los principios de la agroecología y adelantada por el Ministerio de Agricultura y Tierras (MAT).
Su ministro, Elías Jaua, afirmó a finales de diciembre 2006 que “Al cierre de este año, el Plan de Batalla por la Soberanía Alimentaria registró 75% de avance y un crecimiento del sector de 9%”, agregando que se invirtieron 6 billones de bolívares en la recuperación de la vialidad agrícola, la promoción de nuevas empresas y activar el sistema de riego nacional.
Por su parte, el sector privado se vio beneficiado con 12 billones para sembrar un millón 500 mil hectáreas. Se anunció la creación de una filial de Pdvsa encargada a producir y distribuir alimentos. La vocería oficial de la estatal petrolera adelantaba la creación de “una serie de filiales socialistas en el campo industrial, agrícola y de servicios para reducir su dependencia de las contratistas internacionales capitalistas”.
Los organismos de protección al consumidor como el Indecu colaboran en campañas de información, fiscalización y abastecimiento constante, según informó la representante de la oficina de la coordinación regional para el Municipio Caroní, Eva Swiatlowska. “En Guayana estamos enfocados en operativos de abastecimiento y monitoreando denuncias relacionadas con el incumplimiento de los precios regulados, los casos de acaparamiento han sido mínimos”.
En el Estado Bolívar ya se aperturó la creación del plan 2008 del Instituto Regional de Tecnología Agropecuaria a inaugurarse en la franja del Orinoco. Este organismo estará constituido por 12 núcleos de extensión y 3 estaciones experimentales con el propósito de promover la productividad agropecuaria, agroindustrial y forestoindustrial.
El final no se conoce, no obstante, es hora de actuar, liberar los precios gradualmente, estimular la inversión, invertir en tecnología agroalimentaria, incentivar la justa utilidad del sector privado y el sano compromiso para con la sociedad, aplicar la normativa contra la especulación y mercado negro, controlar el flujo de subsidios internos y evitar las catastróficas experiencias centroamericanas provocadas por modelos como los Tratados de Libre Comercio (TLC). Esas son algunas recomendaciones recogidas del eco de la autoría intelectual del sector privado como del público, quizás las claves para aplacar de la frecuencia popular, los lamentos, quejas y sollozos posteriores a una cola interminable en búsqueda del tesoro alimenticio.

¿Y LAS CIFRAS?
Cómo se ataca un problema si no se conoce a fondo. Unos de los grandes desafíos en la construcción de una estructura agroalimentaria seria y sostenida en el tiempo, es la falta de información, por ende el abandono de la investigación. La información disponible sobre niveles de producción, importaciones, disponibilidad y consumo son escasas y tendenciosas. Nadie lleva un registro de producción en Venezuela, solo Cámara Venezolana de la Industria Láctea (Cavilac) encuesta a sus miembros y consigue aproximarse a la producción. Las cifras de importaciones no las suministra Servicio Autónomo de Sanidad Animal (SASA), ni el Instituto Nacional de Estadística (INE), ni Seniat, mucho menos los ministerios del ramo: Alimentación, Producción y Comercio o Agricultura. El Instituto Nacional de Nutrición (INN) basa sus cifras en aproximaciones de Alimentación. Cavilac verifica su información con datos suministrados por los países de origen, algunos en kilogramos o toneladas y otros en dólares. “Por lo retardado del procesamiento los consumos y demás datos de abastecimiento los completa Cavilac entre junio y agosto y luego los somete a negociación con el gobierno quien por lo general no los acepta como válidos, pero tampoco tiene información diferente que suministrar” explica el experto ganadero Jorge Ordóñez.

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