viernes, 18 de octubre de 2013

¿Cuál es el significado histórico de los Castillos de Guayana?

Guayana es y siempre ha sido parada obligatoria de la historia nuestra. Clave del mito y promesa del Dorado, madre de la temeraria ruta del incontenible Orinoco hacia el resto de Venezuela y Colombia. Sus castillos son evidencia inanimada del voraz apetito de las potencias por sus secretos, pero, ¿qué hay detrás de su auge y caída? Santo Tomé de Guayana Si hay algo en lo cual coinciden historiadores de todo tipo es que ese precario centro poblado de dominio español, fundado con el nombre de Santo Tomé de Guayana, sufrió por más de 170 el asedio constante de innumerables amenazas, desde la propia valiente resistencia indígena hasta el saqueo de ingleses, franceses y holandeses. Incluso mucho antes de que las potencias institucionalizaran el saqueo con la constitución de las distintas compañías de las indias, encargadas de explorar, explotar, saquear y trasladar los bienes a suelo europeo, ya piratas de todo tipo dejaban los primeros saldos en la lamentable historia de la inseguridad en Venezuela. De hecho, para 1590 el famoso corsario Walter Raleigh expusiera en su libro, El Descubrimiento del Vasto, Rico y Hermoso Imperio de la Guayana que se trataba de “un territorio que nunca ha sido saqueado ni explotado, la tierra jamás ha sido arada ni la bondad del suelo ha sido nunca abonada, las tumbas no se han abierto para sacar el oro, las minas no se han excavado ni los templos se han saqueado (...) El soldado común peleará por el oro, y se podrá pagar a sí mismo sin encogimiento con patenas de medio pie de anchas”. Con ese relato se dio rienda suelta a un imaginario que hizo del Orinoco y de Santo Tomé de Guayana puntos estratégicos para el intervencionismo de las potencias, desde esos puntos saldría un altísimo porcentaje de los 185mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata rumbo a España, sin contar lo que les llegó por contrabando, y esto solo hasta 1660. Nace luego de sesenta años de exploraciones frustradas y reconocimiento geográfico, en Diciembre de 1595, Santo Tomé de Guayana. Antonio de Berrío luego de dos intentos y un secuestro de Sir Walter Raleigh, asegura ese espacio al menos, nominalmente, para el rey de España. Guayana y sus castillos Santo Tomé de Guayana cambió de lugar en varias ocasiones, hasta su mudanza final en el trayecto más estrecho del río, la Angostura, finalmente Ciudad Bolívar. Sin embargo los Castillos de Guayana se levantaron a poco más de una legua de la Santo Tomé de Guayana de Diciembre del 95. Se construiría el fuerte de San Francisco entre 1675 y 1680 y su maestro de obra fue Fernando Domingo Cortés.
A cien años de la estropeada fundación de la ciudad se edificaban las únicas muestras palpables de ese intento, y como asegura el historiador Américo Fernández, “lo único que pervivió de esa frustrada fundación fueron los Castillos que desde lo alto de dos cerros gemelos trataban de cuidar el paso del río a la vez que las espaldas de la ciudad embrionaria, cuidar o defender con descomunales cañones pedreros que poco daños causaban al enemigo como quedó demostrado durante la segunda incursión de Walter Raleigh, quien tomó la ciudad por un costado y permaneció en ella tanto como lo permitió la resistencia heroica del alcalde José Lezama”. En Guayana moriría Wat, el hijo del Raleigh, y por el fracaso del proyecto Guayana sería apresado y ejecutado en Londres el propio Raleigh.
Todos vinieron con ganas de quedarse A poco más de un año de construido el fuerte de San Francisco, en 1682, corsarios franceses atacaban tanto al castillo como al caserío adjunto y se instalaron en ese lugar por al menos un año. Como explica el especialista guayanés en destrucción cultural Fernando Báez en su libro, El Saqueo Cultural de América Latina, “es irónico, pero mientras proclamaban los derechos del hombre en Paris y se abolían los privilegios del antiguo régimen entre 1789 y 1796, la brutalidad de los franceses fue devastadora con los pueblos indígenas y africanos”, y es que ya Francia desde 1604 había comenzado la exploración y colonización de la América, ya en 1625 se conquistaba Haití y en 1635 Martinica. Ingleses y holandeses se enfrascaron en una lucha perenne en el Orinoco y las inhóspitas extensiones de la Guayana, por lo que los británicos llamaron el Gran Imperio de Guayana, y que terminó dejándoles un premio de consolación, la Guayana Esequiba. Todo también se desataría por las precisiones de Raleigh, vislumbrando la valía estratégica del Orinoco para la Gran Bretaña al indicar: “y desde el lugar por donde nosotros entramos se pude ir río arriba en pinzas pequeñas a muchas de las mejores regiones del Nuevo Reino de Granada y de Popayán, y desde ningún otro sitio es tan fácil invadir y tomar las ciudades de esta zona de las indias como desde aquí”.

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