jueves, 7 de agosto de 2008

El experimento económico venezolano continúa (I y II)



Inflación, crecimiento económico, control cambiario, consumismo, precios regulados, presión monetaria. Elementos de una fórmula económica experimental a la venezolana

Mientras en el resto del planeta, las economías sufren las embestidas del fluctuante precio de la energía, Venezuela, por el contrario, donde la gasolina es más barata que el agua, a sólo 6 centavos de dólar el litro, contradictoriamente, los rigores financieros afectan a la población por distintas razones y con diversos efectos.
Con poco menos de cien años de monoproducción, excesiva inversión estatal y acelerado gasto público, la economía nacional declara su camino: El socialismo. Ahora, con la intención de incluir, de incorporar al desposeído, se aplican estrategias económicas aunque sensibles, aún insostenibles en el tiempo e intraducibles mayor calidad de vida para ciudadano de a pie.
Mientras el mundo se declara en crisis financiera, amén de los informes como el Estudio Económico y Social Mundial 2008 de la ONU, donde se plantea la fluctuación negativa de la economía global debido, entre otras cosas, “a la inseguridad ocasionada por el ritmo acelerado de la globalización y la distribución injusta de sus ventajas y efectos negativos”, según una encuesta realizada en 34 países por el Servicio Mundial de la BBC, o también sobre el estudio Perspectivas de la Economía Mundial 2008, realizado por el, para muchos, desnaturalizado Fondo Monetario Internacional (FMI), que referencia a la expansión mundial como un fenómeno que “pierde ímpetu frente a una grave crisis financiera global (…) donde, la inflación global, subió en el mundo entero, impulsada por la pujanza que caracterizó a los precios de los alimentos y la energía”, Venezuela, rechaza de lleno el capitalismo echando cada vez menos mano de las políticas tradicionales del mercado, mientras se inclina por la inversión social, estatizando cementeras, siderúrgicas, telefónicas y bancos, así como controlando los flujos naturales de ese mercado, aún capitalista.

¿POR QUÉ EXPERIMENTO?

Muchos economistas coinciden en que la realidad nacional es compleja y hasta inédita. Cómo asumir conductas socialistas, en una centenaria cultura del más puro capitalismo, de feroz consumo y competencia, desde el más potentado hasta el más infortunado, donde el productor quiere invertir 1 y ganar 10, y el pobre que tiene 1 gastar 10. He allí el dilema. “En Venezuela estamos viviendo un gran experimento en materia económica, porque estamos desarrollando condiciones que merecen el nombre de socialista, con la menor participación posible del mercado, con una inversión fundamental del Estado, donde la mayoría de los trabajadores son empleados públicos, con nacionalizaciones e intervenciones”, así lo expresa el economista y profesor universitario, Fidel Hernández, quien advierte que ante ese ensayo nos encontramos en una intersección, “o derrumbamos todas las teorías económicas globales de dos siglos, o corroboramos que esas teorías funcionan y que el Estado administrador no es del todo eficiente”.
Lo cierto es que algunas de esas teorías y algunos de sus habituales gurús, también han venido transformándose. Por ejemplo, el ex director general de FMI y señor de la mundialización de la economía, Michel Camdessus, reconoce con extrema diligencia que el capitalismo ha convertido la pobreza en su mayor amenaza, inyectando una extrema desigualdad social, descenso del la calidad de vida y de la esperanza de vida en los propios países que ha asistido el FMI, así como a formado un aparato ecuménico de “corruptos, avariciosos, acaparadores y gobernantes sin sentido de la responsabilidad”.
Ahora bien, en Venezuela, que porta la medalla de oro en el podium de la inflación en Latinoamérica con 22,5% en 2007, y con un 31% acumulado en los últimos 12 meses, los encargados de los hilos económicos, atribuyen las causas de esos niveles, al pujante crecimiento financiero, con un 9% de expansión del producto interno bruto los últimos 5 años. De hecho, el titular del Ministerio del Poder Popular para Economía y Finanzas,
Alí Rodríguez Araque, sostiene que el consumo nacional ha sido “muy estimulado por una distribución progresiva del ingreso petrolero, es decir, hoy los venezolanos disponen de muchos más recursos para poder adquirir bienes y servicios”, de allí la inflación, la cual planean, según sus palabras, “atacar sobre el desfase entre el consumo y la producción".
Si bien es cierto que ahora los venezolanos tienen como adquirir los bienes y servicios, estos escasean, y el mercado nacional no se da abasto para satisfacer esa demanda, lo que provoca la constante importación.
Pero, siguiendo con la temática del experimento, el economista Fidel Hernández asegura que ese experimento no lo inventó Chávez, sólo que él lo está profundizando y aclarando. “Ahora estamos en camino hacia una economía claramente socialista, cuando en los últimos 40 años de la cuarta república, se vivió una economía socialista no declarada, porque el Estado manejando los recursos del petróleo mostró su preponderancia en la economía sobre los actores privados (…) Y veías el mismo comportamiento de hoy, bancos del Estado, hipódromos, hoteles, empresas de todo tipo, el Estado dueño del medio de producción. La diferencia es que ahora se declara la intención de ir hacia el socialismo”, expresa Hernández, quien lo ve como un experimento “porque únicamente Cuba, Corea del Norte y Venezuela están aplicando políticas de ese tipo”, claro está, cada una en sus condiciones naturales, unas con bloqueos, otras no tan bloqueadas.

SE COMBATE O SE EVITA
Según el economista Fidel Hernández, la mayoría de los países del mundo ya no combaten la inflación, sino que la evitan, “pero se requiere de un consenso entre la alternabilidad política, es decir, que se mantengan las políticas económicas sin importar el gobernante. Orlando Ochoa, también economista, dice que “entre consumismo, presión monetaria, controles de cambio y precios generan enormes distorsiones que terminan creando una inflación alta”, a esto, el informe de la ONU le suma el alza en los precios de los alimentos y de los precios del petróleo, que paradójicamente, también nos afecta a nosotros, ya que lo importado viene más caro, siendo ellos, algunos de los elementos identificados como las causas del problema. Pero qué hacer al respecto. Se han tomado en Latinoamérica dos vías. Un grupo de países como Venezuela, Argentina, México y Brasil han optado por tomar el camino no convencional, subsidiando a la población menos favorecida. Los dos primeros controlan los precios de algunos productos de consumo básico, y los dos últimos, auxilian a los sectores pobres a través de mecanismos temporales.
Por su parte, el camino convencional sugiere el término “enfriar la economía”, mediante la elevación de las tasas de interés. Y países como Colombia, Perú y Chile lo han seguido. Y aunque el aumento de las tasas de interés no genera más alimento, produce mayor oferta y por consiguiente disminución de precios. Sin embargo, enfriar la economía da un duro golpe al crecimiento económico, medida que Venezuela ha decido descartar de lleno, según recientes declaraciones del ministro de finanzas.


OÍDO AL FMI:

“La expansión mundial está perdiendo ímpetu frente a una grave crisis financiera.
La desaceleración es especialmente aguda en las economías avanzadas y sobre todo en
Estados Unidos, donde la corrección del mercado de la vivienda continúa exacerbando las tensiones financieras. Por el momento, las economías emergentes y en desarrollo están menos afectadas por la situación de los mercados financieros y continúan creciendo con rapidez, encabezadas por China e India, aunque la actividad de algunos países está empezando a enfriarse. La inflación global, por su parte, subió en el mundo entero, impulsada por la pujanza que caracterizó a los precios de los alimentos y de la energía. En las economías emergentes la inflación global subió más, como consecuencia tanto del enérgico aumento de la demanda como del mayor peso que tienen la energía y, en particular, los alimentos en las canastas de consumo. El auge de precios de los productos básicos continúa pese a la ralentización de la actividad mundial.

Continuamos con la segunda parte del trabajo especial publicado el pasado martes en su Diario de Guayana, donde se presentaban algunos de los elementos más visibles de la atmósfera económica venezolana, y sobre la cual, los expertos consultados concluían en visualizarla como en estado de experimentación, donde se aplican estrategias financieras heterodoxas, contrarias a la dinámica global, alejadas del control del mercado y lindantes a la intervención estatal. Sin embargo, dentro del plano de lo no convencional, y en una nación de excepcionales condiciones naturales, nuestra economía levita sobre el flujo del mercado energético internacional. Ante la tradicional y trágicamente necesaria tendencia a la sobre importación, no se terminan de afianzar las rutas de la producción nacional sostenida, así como tampoco se ha podido establecer un equilibrio entre el crecimiento del producto interno bruto, que ha estado en alza los últimos cinco años, y los valores de la inflación. A esto se suma la descarga negativa de un orbe económico internacional en pleno trance, donde la fiebre inflacionaria y la inseguridad económica han contagiado a Latinoamérica de punta a punta. Mientras tanto, Venezuela sigue desarrollando un ensayo que derribará todas las teorías económicas de mercado y capital, o certificará la creencia global de que el Estado es un pésimo empresario.

CONTROL BANCARIO
La más reciente movida en el tablero financiero nacional la hizo el Ejecutivo, se hizo de un representativo trozo del selecto negocio bancario, el Banco de Venezuela, que se traduce aproximadamente en el 20% del pastel. Ante semejante detonante mediático ha explotado más de una bomba verborraica. ¿Hasta qué punto es favorable o no, la decisión presidencial? la respuesta seguramente está cifrada en la capacidad gerencial del Estado, como lo dice el analista financiero, Pedro Urquiola, quien asegura que la utilidad final del banco no dependerá de su naturaleza, estatal o privada, sino de “los administradores que coloquen ahí, sobretodo cuando se trata de un ente de tanto peso, no obstante, la preparación y aptitud gerencial no se aíslan de la filosofía de la entidad, y eso seguramente si va a cambiar, de hecho, ya el presidente ha dicho que el banco va a funcionar al servicio del pueblo”, de ahí hacia delante se pueden armar un sin fin de hipotéticos escenarios.
Ahora bien, ¿cuál es la intención del Estado con la compra de un banco? además de todo el imaginario que genera la venta de un negocio que no ha presentado pérdidas, sino todo lo contrario, las interpretaciones son múltiples. La voz oficial admitió su apetencia por el control de ciertos sectores “estratégicos”, como asevera el ministro de Planificación y Desarrollo, Haiman El Troudi, quien insiste en que un grupo de conciudadanos “quiere decir que estamos concentrando la economía, es el mismo argumento (…) Hemos dicho que para nosotros hay actividades estratégicas que deben ser controladas por el Estado y hemos estado trabajando sobre este tema”.
Por otra parte, el ministro El Troudi asegura que la adquisición del banco no tiene que sobredimensionarse ya que “Brasil, Argentina y Chile tienen igual o mayor control del sistema financiero público que Venezuela” y de concretarse la compra de la entidad bancaria, “tendríamos 20% de participación y todavía este porcentaje es menor a la de otros países de la región”.
Pero ¿hace bien o mal el Estado cuando ejerce el comando de cierto segmento del sistema bancario nacional? en los 90, Venezuela sintió parte de las desgracias causadas por una tropilla de empresarios de la banca. Y la propia experiencia mundial debe ser revisada, por ejemplo, de la actual crisis financiera norteamericana, que según el francés Damián Mollet y el belga Eric Toussaint, vocero y presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), respectivamente, “demuestra con claridad que someter la gestión de la economía mundial a la lógica del máximo beneficio representa un coste enorme para la sociedad”, donde “los bancos han jugado con el ahorro y los depósitos líquidos de centenares de millones de personas. Sus errores conducen a pérdidas enormes y a dramas humanos, como fue el caso de la quiebra de la multinacional Enron en el 2001”, que por cierto, descapitalizó a más de 25mil de sus trabajadores.
Aunque los bancos del Estado también pueden quebrar, el respaldo económico y la identificación nacional han de exhibir algún valor agregado de confianza. Entonces, partiendo de ese punto, se puede o debe, abrir el debate sobre la funcionalidad del Estado como garante del 20% de la plataforma bancaria nacional. “

¿FUTURO SEGURO?
Los economistas Mollet y Toussiant, entienden que el porvenir ha de definirse sobre la base de la reglamentación económica, ya que el proceso contrario ha representado un fracaso absoluto, por lo que afirman que “la única salida válida es una inversión total de las prioridades, reglamentaciones muy estrictas para las empresas privadas, inversión pública masiva en los sectores que permitan garantizar el goce de los derechos humanos fundamentales y proteger el ambiente, la recuperación por los poderes públicos de las palancas de decisión para favorecer sin excepciones el interés general”.
Por su parte, el poli adjetivado Fondo Monetario Internacional (FMI), recomienda a los países con economías emergentes y en desarrollo, en algunos casos específicos, “quizás endurecer más la política monetaria para mantener controlada la inflación (…) Calibrar el actual aumento del gasto fiscal (…) Una supervisión financiera alerta, que promueva normas crediticias debidamente estrictas y un firme control del riesgo en las instituciones financieras nacionales, puede ser redituable”.

AL FINAL
Libia Soteldo, economista y profesora universitaria advierte que con “la realidad económica nacional hay que estar alerta, aunque el Gobierno está intentando solucionar, existen contradicciones con la teoría económica, pero el camino no es tan pesimista como lo pintan muchos, esto, mientras se tomen las medidas en pro del bienestar nacional y no de otro tipo”.
Venezuela sigue un proceso casi único, la economía social o socialista trata de sembrarse, y entre bemoles y vicios culturales como la improvisación y corrupción, se extiende la mano al necesitado, se subsidia a los sectores poco privilegiados aplicando políticas necesarias pero a corto plazo. Aunque se reconoce la inversión en la estructura productiva del país, los esfuerzos por crear y sostener una verdadera infraestructura de producción nacional debe ser objetivo nacional. Ir desechando la cultura de obsequiar el pescado para darle paso a la cultura de enseñar a pescar, es parte de la salida a largo plazo del nudo social venezolano. Pero esa misión colectiva debe crecer de abajo hacia arriba, desde la organización social más pequeña hasta la más compleja, con el sostén institucional en toda la dimensión del Estado, desde el alcalde de derecha hasta el gobernador que viste colores de izquierda.

EL SISTEMA HA FALLADO:

“La crisis financiera llevará a la bancarrota a unos 650 bancos estadounidenses. Probablemente otros 1.000 recibirán algún tipo de ayuda por parte de las Autoridades Federales. Casi el 10 % del sistema financiero norteamericano. Costará 500.000 millones de dólares a sus contribuyentes. Pondrá en peligro los ahorros de una décima parte de los ciudadanos de ese país. El FBI investigará 10.000 casos de fraude. Cien cargos nombrados por la Administración serán acusados de conducta indebida. Habrá penas de prisión para algunos de los responsables ¿Apocalíptico? Ruego me disculpen. Me he tomado una pequeña licencia en los tiempos verbales. Estos sucesos deberían narrarse en pasado. Ocurrieron. En Estados Unidos. Durante la Administración Reagan. Hace escasamente 20 años. Una eternidad. ¿Tan poco hemos aprendido desde entonces?”, refería José María de la Viña Molleda, profesor asociado de la Universidad Politécnica de Madrid, cuando desarrollaba el tema del peligroso sistema económico de la actualidad. Es necesario entender que todo se transforma, como estableció Lavoisier, el padre de la química. Pensar que el capitalismo ha de concluir su ciclo y darle paso a nuevos experimentos, al menos, hay que debatirlo.

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